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miércoles, 18 de diciembre de 2013

POTSDAM Y EL PUENTE DE LOS ESPÍAS.

El Puente Glienicke une Berlín y Potsdam, separadas por el río Havel en una zona llena de lagos y canales. Un bellísimo entorno que sin embargo no consiguió ganar la atención mundial hasta el perido de la Guerra Fría y por razones bien distintas. El puente dividió la parte occidental de Berlín de Potsdam, que quedó dentro del territorio de la República Democrática y en al menos tres ocasiones, el puente se convirtió en el escenario de intercambio de espías presos de la zona oriental y occidental. Es un lugar imprescindible para reconstruir la situación de tensión y guerra latente entre el bloque occidental y comunista durante los años 60 y 70 del pasado siglo XX.
Más aún cuando no muy lejos del puente nos encontramos un trozo del muro que dividía Alemania. El muro se extendía a lo largo de 45 kilómetros que cortaban la ciudad de Berlín en dos y 115 kilómetros que separaban a la parte occidental de la ciudad del territorio de la RDA donde como ya hemos comentado se encuentra Potsdam. El muro, como sabemos, fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la separación de Alemania en dos estados.

A escasos 10 minutos a pie de las dos anteriores referencias  y ubicado en la parte norte del parque Neuer Garten, con vistas al lago Jungfernsee, se ubica  El Palacio Cecilienhof, el último construido por la familia Hohenzollern y lugar de encuentro de la Conferencia de Potsdam del 17 de julio al 2 de agosto de 1945 entre Churchill, Truman y Stalin donde se definían las bases del nuevo orden que se establecía una vez se había puesto fin a la Segunda Guerra Mundial en Europa.
Potsdam a escasos 40 kilómetros al suroeste de Berlín es la capital del estado federado de Brandeburgo y en algo más de media hora podemos llegar del centro de Berlín al centro de Postdam, una ciudad tranquila y acogedora con una zona antigua muy interesante y perfectamente conservada. Sin embargo, Potsdam tiene bastante mala prensa en Berlín. Para no pocos berlineses, sus habitantes son algo engreídos y demasiado orgullosos de su ciudad. Pero tal vez se deba a la envidia que despiertan los encantos de la elegante vecina.
Esta bonita iglesia católica en pleno centro de la ciudad es lo que primero nos llamará la atención, y más teniendo en cuenta el carácter marcadamente protestante de Potsdam. También es destacable la puerta de entrada a la ciudad o su barrio holandés, sin embargo, los mayores atractivos de Potsdam se encuentran en sus palacios y jardines.
Los cinco kilómetros cuadrados de parques y los 150 edificios palaciegos de Potsdam, construidos entre 1730 y 1916, forman un conjunto artístico cuyo eclecticismo refuerza su singularidad. Este complejo de obras maestras arquitectónicas y paisajísticas fue construido progresivamente dentro de un espacio único e incorporó estilos opuestos sin afectar la armonía general.La casa del té china se ubica dentro de este conjunto, en el parque de Sanssouci de Potsdam. El edificio quiere recordar a una pagoda china, aunque la verdad hay que echarle un poco de imaginación...
El palacio de Sanssouci fue la vivienda preferida del rey más importante de Prusia Federico el Grande que empezó a planificar de su residencia poco después de subir al trono, encargando la realización al arquitecto Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff.

 Sanssouci es un palacete veraniego, de sólo 12 salas, en estilo rococó. El rey pasó largas temporadas en su “casita del viñedo”, como la solía llamar, y también murió allí el 17 de agosto de 1786. Su tumba se encuentra en la terraza principal.