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lunes, 24 de febrero de 2014

EL MUNDO HASTA AYER


Hacía tiempo que no escribía más que bitácoras estrictamente viajeras. Esta vez me voy a salir un poco del guión, igual que hacía, en los comienzos de este blog para recomendar un ensayo de antropología que me ha impactado, de su autor Jared Diamond ya escribí en el pasado a propósito de su libro colapso.

De todas formas, en realidad, si hablamos de otra culturas y pueblos, lo estamos hablando de viajes...

La mayoría de los problemas que nos encontramos en el mundo actual ya los han tenido nuestros antepasados, con formas de vida tradicionales, antes de que aparecisen los estados modernos y todo lo que entendemos por civilización.
Antes de que un poder superior nos dijese como debíamos de criar a nuestros hijos, ser más saludables, resolver conflictos o tratar a los ancianos, los pueblos cazadores recolectores o las primeras tribus de agricultores ya hicieron distintos ensayos, en sentidos muy diversos, y de eso precisamente trata el interesántisimo libro del antropólogo Jared Diamond, El Mundo hasta Ayer.
Algunas de sus soluciones nos parecerán crueles según nuestras rígidos esquemas occidentales, sin embargo, son soluciones que se han aplicado con éxito durante miles de años y aún continúan practicándose en numerosas tribus de Africa o Nueva Guinea, aun no engullidas por la apisonadora de la civilización.
Ciertamente no todas las soluciones son extrapolables, algunas están afortunadamente superadas, posiblemente en conjunto eran más violentos que en la actualidad, pero igual que el autor, no se trata de entrar a juzgar, sino de reflexionar, comparar, y en muchos casos de aprender.
No hay recetas universales, de todo y de todos podemos aprender, cada uno ha de ir buscando su camino, a ser posible, con las menos interferencias exteriores posibles... ( tal vez sobre esta aclaración, pero como ya habréis podido adivinar me refiero claro está a los señores sabelotodo y a los estados intervencionistas; vive y deja vivir... )

martes, 11 de febrero de 2014

LA RUTA DE LAS XANAS

El desfiladero de las xanas se encuentra entre los concejos asturianos de Santo Adriano, Proaza y Quirós, su punto de inicio no está muy distante del de la ruta del oso y podemos considerarla un auténtico monumento paisajístico que capta como pocos la belleza de este rincón del norte de España.

Su nombre hace honor a las xanas, hadas de lasfuentes en la mitología astur.



La senda fue tallada en la roca, en un antiguo proyecto para conectar por carretera, allá por los años 30 del pasado siglo, los pueblos de Pedroveya, Rebollada y Dosango con el valle del Trubia.

El proyecto se abandonó, pero los trabajos y perforaciones en la roca permitieron hablitar la senda.


La ruta no es excesivamente larga ni exigente, apenas 4 kilómetros, sin embargo es sumamente entretenida y variada.

 En nuestro caminar hacia Pedroveya, iremos atravesando varios túneles esculpidos en la piedra, puentes y una gran variedad de paisajes.


Tras una pequeña garganta de piedra y un túnel comienzan los precipicios y los mayores desniveles, que así y todo nunca llegan a ser excesivos.

El paisaje es muy pedregoso y es asombroso ver los arbolillos colgantes suspendidos en el vacío por capricho de la naturaleza. El cauce del río se escucha de fondo porque la fuerza del torrente es brutal, pero la densidad de la masa forestal impide ver una sola gota de agua blanca.

El sendero dibuja las laderas de la montaña y llega a la parte mas escarpada y emocionante del desfiladero.

 La senda sale del estrecho y se interna en un espeso bosque lleno de vida, donde todo suena a cuento y magia.

El camino recorre el bosque y atraviesa el río de las Xanas por un rústico puente de madera. En las orillas del arroyo crecen saucen, olmos, hayas, castaños y avellanos, convirtiendo la arboleda en una jungla de troncos.




Finalmente se sale a un territorio abierto de prados de siega y con aires de valle alpino.

 Tras recorrerlo llegaremos al pueblo de Pedroveya y al final de nuestra travesía.

Allí podemos recuperarnos del esfuerzo comiendo una excelente fabada casera en Casa Generosa, un lugar con tanto caracter y autenticidad como la propia travesía.