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lunes, 11 de diciembre de 2017

NOMADAS

El otro día me tocó reflexionar sobre el objeto del juego de la vida…
Aparentemente no tiene mucho más sentido que el de un asno girando alrededor de una noria donde poco importa la lúdica pirotecnia con la que nos consolemos. Actuamos dentro de los estrechos límites de un circuito predeterminado o, en el mejor de los casos, en el contorno predefinido de un escenario plano y da igual que nos vistamos de enterradores que de lentejuelas. El resultado del juego, que adopta casi siempre el formato de una burlesca tragicomedia sádica, ya se conoce y el final siempre es el mismo, concluye con la súbita caída del telón.
Sin embargo, el errático viaje a ninguna parte no debe de cesar. Aún pienso que hay esperanza, una postrera y última tabla de salvación, ese instante de comprensión absoluta en el que dos miradas se funden, el escenario se eleva, nuevos horizontes aparecen y el mundo se detiene para que allá desde lo alto nos deleitemos contemplándolo.
Soy de los que cree que Sangri La existe.

viernes, 1 de diciembre de 2017

LA GRANJA PECUARIA

Aún resonaban ecos totalitarios en las aulas de la escuela masculina donde me eduqué. El que fuese caudillo reposaba desde hacía unos pocos años en un famoso valle pero su escalofriante espectro aún se paseaba por nuestro colegio.En cuanto apareció nuestro maestro, don José Durán, todos nos levantamos y nos pusimos en pié.
Así permanecimos hasta que el se acomodó en su mesa. En posición marcial, con gesto de respeto y derechos como velas (el solía utilizar otra expresión más cuartelesca). A don José sin duda le hubiese gustado que le hiciésemos el recibimiento con el brazo en alto y cantando viejos himnos pero, como él decía, los nuevos aires libertarios estaban corrompiendo absolutamente todas las instituciones y la docencia ya no era ni sombra de lo que había sido.
Aquel día todos estábamos especialmente nerviosos, había programada una excursión a la granja pecuaria. No éramos más que unos chavales impúberes de apenas 12 años y cualquier cambio en nuestra rutina suponía un gran acontecimiento.
Allí en la granja, según nos había anticipado don José, contemplaríamos a unos impresionantes sementales que, destinados a labores procreadoras, habitaban una especie de harem vacuno, lo máximo de la virilidad. Don Fabián, antiguo ganadero, viejo amigo suyo, y, ahora, el encargado de atender las visitas de la granja nos explicaría lo que representa un toro en nuestra cultura, así como el arte de cubrir y alumbrar las hembras en busca de los ejemplares más diestros para el mantenimiento de la estirpe.
Mientras pasaba lista un antiguo profesor del centro, ya retirado y de apellido autóctono, digamos Valdés, irrumpió en el aula. Todos nos volvimos a levantar. El señor Durán aprovechó para loar las gestas de su admirado colega en lejanas estepas, según él luchando en una gloriosa cruzada contra el mal. En nuestra impresionable inocencia todos nos sentimos muy orgullosos de que alguien tan heroico nos acompañase en nuestra pequeña expedición.
En el amplio y destartalado hall del colegio nos esperaba para despedirnos en una especie de ceremonia ritual, el director, don Máximo, un enciclopédico erudito a punto de jubilarse que prestaba poca atención a sus obligaciones académicas y que solía esconderse del convulso y desde hacía pocos años, también cambiante, mundo exterior tras sus gruesas gafas.
Ningún autobús nos esperaba a la puerta. Como verdaderos expedicionarios herederos de las hazañas de Cortés o Pizarro haríamos a pie los aproximadamente diez kilómetros que nos separaban de nuestro objetivo.
Salimos de la ciudad y nos internamos por polvorientos senderos. El calor húmedo se empezó a pegar a las camisetas y nuestras flacuchas piernas aún sin cubrir de vello notaban el fuerte ritmo marcado por los dos veteranos líderes. Según Durán en esos momentos se sentía como un pastor de ovejas obsesionado por cuidar de su rebaño.
A mediodía, tras más de dos horas de caminata, los eximios profesores decidieron hacer un alto en un merendero. Curiosamente todos traíamos suficientes vituallas en nuestras mochilas excepto nuestros preclaros guías, confiados en que el buen Dios, al que se solían mostrar muy devotos, proveería. Y no fue Dios el que proporcionó el nutritivo maná sino algunos estudiantes, no se si muy desganados o más bien con argumentos académicos poco convincentes y muy necesitados de pasar el curso.Afortunadamente no descubrieron que mi bocadillo, por la azarosa coincidencia de regentar mi familia un restaurante y tener aquel día demasiado producto cortado, estaba relleno de gloriosas hebras de jamón ibérico. Bien sabía que el cerdo ibérico era otro de sus animales fetiche. Mi estrategia de apartarme en un discreto rincón a realizar mi almuerzo me salvó, sin duda, de un ayuno forzoso.
Trascurrió demasiado tiempo y decidí acercarme al resto del grupo. Todos mis compañeros estaban impacientes y nerviosos. Algunos jugaban a ojo de buey, cuchillo y tijera. Otros charlaban a voces produciendo un gran estruendo con sus gritos. Los insignes maestros, tras terminar de comer habían desaparecido en el interior de la cantina del merendero, justo al lado de la gran terraza donde nos encontrábamos, según ellos para tomar un café. Habíamos recibido órdenes precisas de no entrar pero ya hacía más de media hora de aquello. Bermejo, uno de mis compañeros, osado de puro inconsciente, decidió internarse en el fondo del edificio. Los encontró despidiéndose de dos pintarrajeadas mujerzuelas a las que ellos llamaban bellas señoritas.Tras un brutal bofetón a Bermejo por su atrevimiento reemprendimos la marcha.
La pausa había sido demasiado larga y eso nos dejaba muy justos de tiempo para llegar al lugar a la hora convenida pero los señores Durán y Valdés eran hombres de palabra y desde luego el grupo cumpliría.
Tras un interminable sprint por angostas caleyas, cansados y sudorosos, llegamos a las puertas de la granja.Nos esperaba un joven de bata blanca. Don Fabián se había jubilado. Noté la cara de decepción de don José. La disertación fue técnica y tediosa. Nos pasaron por diversos laboratorios y básicamente ahondaron en los secretos de la reproducción in vitro. Solo al final nos enseñaron algunos animales. Eran francamente impresionantes. Totalmente especializados en labores reproductivas sus testículos tenían una hipertrofia tal que los hacía semejantes a balones de fútbol colgándoles casi hasta el suelo.Bermejo, alocadamente locuaz, como siempre, le preguntó a nuestro joven anfitrión, si veríamos a los toros interactuar con las hembras. El científico nos explicó que esas técnicas ya no se utilizaban, se limitaban a recoger el esperma en una bolsa especial para, tras fertilizarlo con el óvulo adecuado, introducirlo en una vaca ya seleccionada. Román, otro compañero aún más imprevisible y temerario que Bermejo quiso saber como se entretenían entonces los animales. El joven investigador, con una sonrisa burlona, contestó que la mayor parte del tiempo se entretenían entre ellos. Fue un momento doloroso. El mítico animal había sido corrompido, envilecido y humillado.Aún era peor, sin compañeras ni profesoras como referente nuestro futuro podría ser tan difícil, oscuro y siniestro como el de los desafortunados toros de la granja pecuaria.
El regreso al colegio, con una ligera llovizna al principio que luego remitió para dar paso a un rojizo y espeluznante atardecer, fue triste y extraño. A Durán no le quedaron fuerzas ni para dar el merecido castigo a Román y Bermejo. Ya casi a las puertas del colegio se empezó a sentir realmente mal y todos vimos como una ambulancia lo llevaba al hospital.
Un infarto mantuvo alejado de las aulas a don José todo el resto del curso. Le sustituyó la señorita Virginia, recién diplomada y de voluptuosa y escultural belleza. Su desparpajo fue una auténtica inspiración para nosotros y los oscuros nubarrones se disiparon mágicamente.La siguiente excursión la hicimos a ENSIDESA, el director no nos esperaba en el hall de la escuela pero si un flamante autobús y por entre las enrejilladas escaleras de la fábrica, Bermejo, Román y luego otros muchos dijeron ver la más recóndita intimidad de nuestra nueva profesora apenas si cubierta por una brevísima lencería de color rosa pálido.Definitivamente los tiempos habían cambiado. Ahora si que teníamos algo bueno que admirar.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

EL TRINEO DE NUESTRA INFANCIA



Tras otra agotadora jornada, prisioneros del mundo y sus reglas, desvalidos, incomprendidos quizá, el millonario Charles Foster Kane, el vagabundo de Chaplin y todos nosotros nos tumbamos en la oscura penumbra de una habitación y tras bucear en las profundas aguas de nuestra memoria caemos en la cuenta de que nuestro único verdadero y singular patrimonio son nuestros recuerdos. Ellos nos proporcionan la sabiduría y la dicha pero también el amargo pero adictivo regusto de la nostalgia.
Pensamos en el pasado y una y otra vez reconstruimos nuestras vidas, dándo a los acontecimientos nuevos matices y perspectivas según el giro de nuestras vivencias posteriores, nuestro estado de ánimo o el ángulo que utilicemos para enfocar nuestra mirada. Producimos así infinitas películas con nuevas acotaciones u originales montajes con finales tristes o alegres, según donde pongamos el punto final del cuento ¿ Es posible que Butch Cassidy y The Sundance Kid sobrevivan al último fotograma? o el énfasis de la historia ¿ Somos el Dr Jekyll o Mr Hyde ?.
Nuestra vida, cualquier existencia, puede ser una comedia coral o un drama griego, introspectiva o de acción, relatada por un narrador omniscente en forma de voz en off o contada en primera persona.
La vida que recordamos no es más que una sucesión de acontecimientos que seleccionamos de forma aleatoria, casi nunca en orden cronológico, que valoramos como queremos y recreamos a nuestro antojo. Nuestro mundo interior es, en realidad, el producto de nuestra fantasía, donde, igual que el Sr. Kane, todos guardamos celosamente nuestro particular Rosebud.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

EL INFLUJO DEL ALEPH

El Aleph es Borges en estado puro, un relato turbador e hipnótico que me conmovió desde la primera vez que lo leí en la biblioteca del instituto. Nos habla de un punto desde el que se vislumbra el Universo entero, donde tiempo y espacio se funden, donde el mundo se detiene para nosotros y todas las incertidumbres se tornan certezas. El maestro lo había descubierto en el sótano de una vivienda por desgracia ya demolida.
¿ Pero podríamos topar en vida con algún otro lugar semejante ?
Aún obsesionado por la idea, mi melancolía y desasosiego me impulsaron a la búsqueda de un lugar físico o estado mental como el descrito por el viejo escritor argentino.Durante años lo busqué con desesperación, investigué en libros y enciclopedias, me perdí entre melodías, poemas y novelas, medité algunas veces y otras quedé en trance, trabajé con el consciente y el subconsciente, viajé hasta los confines del mundo, pero ni siquiera llegué a atisbar la ansiada meta.
Desesperado pensé que el Aleph no era más que la fabulación de un cuentista ciego y fue entonces cuando la vi. Nuestras miradas se cruzaron y sufrí una revelación.
El universo entero se convirtió en un tiovivo que daba vueltas a nuestros pies, el sosiego era sobrecogedor, una felicidad interior me invadía de dentro a fuera, mi cuerpo era luminoso y etéreo y quería fundirse con el de ella, sus delicadas pupilas brillaban y eran mi guía, la luz al final del túnel, el bien absoluto, la paz, la plenitud y la belleza.
Mi alma estaba en conexión con el infinito y se deleitaba con la simetría de su música hasta que de repente tuve miedo a Cupido y a sus dardos y todo cayó como un castillo de naipes. Desde entonces aún soy más desafortunado pues lo tuve todo a mi alcance y lo dejé escapar. Me embriagué con todo su ser, gocé su profundo aroma, escuché su angelical timbre, sentí la plenitud y la felicidad absoluta pero luego todo desapareció, un profundo dolor se adueño de mi y sufrí en mis carnes el desgarro de la desdicha, las sombras y la tristeza.Aún hoy, perdido y desamparado, pienso si el Universo volverá a confabular conmigo para encontrar de nuevo el Aleph.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

EO, EO, EO, VAYA SAN MATEO

Tenía clase aquel Patrol. Recio, robusto, con su culo rematado por una enorme rueda, cubierta por una lona. El mismo que nos transportó en la primera excursión a los Picos de Europa repleto de mochilas, latas de fabada y vajillas de arcopal, o el que nos conducía esa tarde por angostas caleyas más allá de los confines de Gijón en busca del último merendero por descubrir o de la sidra más auténtica.

Se acababa el verano del 97 y yo celebraba la conclusión de mis exámenes en la facultad de derecho. Gonzalo, aunque no lo sabía entonces, exprimía al máximo sus últimos meses de soltería. Se notaba la proximidad del otoño y la noche se nos echó encima casi sin darnos cuenta, demasiado pronto para nuestra sed de destilados y aventuras.
De vuelta al centro de Gijón nos encontramos los bares casi vacíos. En parte era previsible, el verano agonizaba y las altivas madrileñas con sus sugerentes modelitos se habían ido pero dónde estaban las bellezas autóctonas, todos esos rostros familiares que cada fin de semana decoraban las barras de nuestros locales favoritos. De repente caímos en la cuenta de que era la víspera de San Mateo. Oviedo estaba en fiestas y todo el mundo estaría allí. Tan solo 30 kilómetros nos separaban de la diversión y ese era nuestro destino.
A pesar de su juventud, Gontxo, acostumbrado a hacer el Gijón – Bilbao cada fin de semana, ya era en aquella época un conductor avezado. Al llegar al centro de Oviedo tuvo que hacer uso de toda su pericia al volante para introducir su portentoso vehículo en el claustrofóbico parking de La Escandalera, inagurado en los años 70 y concebido más para utilitarios que para todo terrenos.
Nada más salir palpamos de inmediato la inconfundible atmósfera de una ciudad en fiestas. La gente iba en oleadas y nosotros tratábamos de seguirles sin demasiado criterio. Entre sidras y tapas pasamos de la noche a la madrugada, de la risa a la carcajada y de la diversión al desenfreno. Me vienen a la mente imágenes inconexas. Primero nuestros simiescos bailes sin camisa en el Pub El Mono Desnudo, no se todavía si tratando de homenajear el nombre del local o de echar por tierra todas las teorías evolucionistas que el antropólogo Desmod Morris propone en el libro del mismo nombre. Más tarde me veo en lo alto de una empinada escalera gritando puta Oviedo. Un montón de gente se aproxima a nosotros con actitud amenazadora, nos escurrimos entre la multitud y echamos a correr.
Afortunadamente hace 10 años, tal vez para compensar nuestra falta de madurez, yo tenía las piernas más ligeras y Gontxo algunos kilos de menos. Conseguimos dejar atrás a nuestros perseguidores y nos paramos sofocados en una plazoleta. Allí, relajado, comencé a orinar contra una estatua. Solo cuando había iniciado el acto me di cuenta que se trataba de una escultura de Ana Ozores, la regenta. Siempre he tenido un gran respeto por la aristocracia pero ahora no era el momento de parar. Esta buguesa soñadora era en realidad una mujer anodina, cobarde, convencional y frustrada, tanto como caer en los afectados brazos de la patética caricatura del galán, Alvaro Mesía.
Aún estaba inmerso en estas reflexiones literarias cuando Gonzalo me arrastró a otro local. No recuerdo su nombre ni nada de lo que le dije, pero si parte de lo que pasó. Tres Happy Dent de menta pueden ser de gran ayuda para un borracho. Cuando ella se fue me costó encontrar a Gontxo en la oscuridad del local. Pronto me di cuenta que a él tampoco le habían ido tan mal las cosas en mi ausencia. Aún visitamos algunos otros sitios de marcha antes de poner punto y final a la noche. En ellos la misma oscuridad, la misma masificación, el mismo calor, el mismo griterío, la misma estupidez y las mismas copas de siempre.
Cerca del parking, y en plena calle, nos encontramos con algunos chiringuitos en los que aún era posible pedir comida. No teníamos hambre y empezaba a lloviznar levemente, pero estábamos convencidos de que el pepito sería el antídoto ideal para contrarrestar tantas copas. El hombre que nos lo sirvió era viejo, cadavérico y sin dientes. Nos daba conversación y continuamente se carcajeaba con nuestras ocurrencias. También se rió cuando le dijimos que cogeríamos el coche de vuelta a Gijón. Ya sentado en el coche aún pensaba en sus negras encías y sus enigmáticas ojeras.
Pese a que ambos conocíamos bien Oviedo nos costó orientarnos. Habían cortado varias calles y no encontrábamos la salida correcta. Tras algunas intentonas fallidas, al fin, embocamos la autopista. El contratiempo había puesto nervioso a Gonzalo que subía el volumen de la música y descargaba su furia contra el pedal del coche. No habíamos salido del carril de aceleración y ya circulábamos al doble de la velocidad permitida. De repente vislumbramos un corsa blanco. Iba mucho más despacio que nosotros y Gontxo frenó en seco. En ese momento las ruedas patinaron y perdió el control sobre el coche. ¡Gontxo que nos la pegamos !!!!- Grité.
Durante unos segundos interminables fuimos de un lado a otro de la calzada mientras Gonzalo trataba de enderezar el volante. Me di cuenta de que todo era inútil. Nos íbamos a pegar una hostia de puta madre. No tenía argumentos sólidos para invocar compasión divina, el viejo sin dientes, la última persona que había visto, me recordaba a Caronte, la autopista encharcada la laguna Estigia, traté de relajar los músculos y confiar en la solidez del vehículo.
Entonces impactamos con una de las enormes farolas que iluminaban la vía. La arrancamos de cuajo y quedó cruzada en medio de la carretera. El vehículo salió rebotado hacia más allá del arcén y, todavía sin control, saltaba entre los pedruscos y la maleza, aunque felizmente cada vez más despacio.Fue un arbusto justo al borde de un terraplén lo que nos frenó definitivamente.Gonzalo estaba enrabietado y trataba de arrancar el coche desde la cuneta para continuar viaje. En vano traté de disuadirle, de explicarle que el Patrol estaba destrozado, que habíamos circulado muchos metros sobre tres ruedas. Solo cuando vio salir humo del motor pareció reaccionar. ¡Va a explotar! ¡Dios mío!- Gritó mientras saltaba del vehículo.
En realidad era improbable que estallase pero no tenía objeto permanecer en el automóvil. Mientras me bajaba comprobé con alivio que todos mis miembros respondían perfectamente. Los dos estábamos ilesos y podríamos volver a visitar Toledo por nuestro propio pie.Ya amanecía. En el exterior chispeaba y aunque el coche estaba destrozado el C.D. seguía funcionando. La canción Morir de Amor de Camilo Sexto sonaba a todo volumen. Curiosa banda sonora para un momento tan surrealista.
El golpe nos había quitado toda la tontería de repente pero me preocupaba pensar que Gonzalo no pasaría un eventual test de alcoholemia. Me mojé la cara con algo de agua estancada en la cuneta. Animé a Gonzalo a hacer lo mismo e incluso a enjuagarse la boca con ella. Se negó. ¡ No beberé agua del charco!- Decía. En esas estábamos cuando apareció la guardia civil. ¡Que desgracia! ¡Pudimos habernos matado!- Me lamenté de forma melodramática.
Los agentes eran dos tipos veteranos y no se si nuestros desvalimiento o aquella sobreactuación les conmovió de alguna manera pero el caso es que, tras revisar los papeles del coche, de una forma paternalista nos tranquilizaron y llamaron a un taxi sin hacer ni siquiera el preceptivo test de alcoholemia al conductor. Mientras nos alejamos contemplamos por última vez el Patrol. El brutal golpe había transformado el robusto y elegante todo terreno en un caótico conjunto de hierros en forma de acordeón.
Gontxo me contó que aún permaneció un par de días al borde del terraplén antes de que una grúa se lo llevase para siempre. Gracias viejo amigo. Te recordaremos siempre. Nos has salvado la vida.

miércoles, 30 de agosto de 2017

HÍPICO

Pocas costumbres tan arraigadas entre los auténticos gijoneses como el hípico. Impecable pasarela de todo lo mejor de este Gijón del alma. Y además de caballos y apuestas, el placer de estar arropado por los amigos más incondicionales. La experiencia de los más asiduos y cierta dosis de fortuna confabularon para que obtuviésemos el premio en la gemela de la séptima serie pero el mejor premio es compartir jornadas como esta.

miércoles, 3 de mayo de 2017

LISBOA


El sol bañaba la plaza del Comercio. El día, recién llegados de latitudes más septentrionales, nos resultaba demasiado caluroso y húmedo. Aquel atrayente y vetusto tranvía amarillo se convirtió en la mejor opción para visitar las colinas que configuran la fisonomía lisboeta. Fue montar en el y empezar a sentir su acariciador y suave traquetreo. Era sorprendente ver como el ya centenario electrico, en un admirable ejercicio de equilibrio, conseguía zigzaguear por imposibles callejuelas. Las esquinas de algunas de aquellas casas de celeste azulejo y crepuscular belleza estaban limadas para facilitar el paso del tranvía. La dignidad de aquellas hermosas, decadentes y atemporales viviendas resistiendo el paso del tiempo era absolutamente sobrecogedora. Desde la ventana se veía a una nodriza africana de uniforme paseando el hijo de algún hacendado lusitano o unos simpáticos pilluelos tratando del coger el tranvía en marcha, maniobra especialmente peligrosa dada la estrechez de las calles.
Tras una ensoñación que duró 90 minutos para mi reloj y no se ya si un instante o toda una eternidad para mi alma, estabamos de vuelta en la plaza del Comercio. Una parada en una terraza nos ayudó a reponer fuerzas. Algunos oportunistas insistieron vendernos esa otra clase de chocolate o unas Ray Ban de imitación.Obstinadamente rehusamos y pedimos una cerveza portuguesa. Nos sirvieron una Bock, algo amarga pero muy refrescante.
Una delicia justo antes de toparnos con otra auténtica maravilla, el mirador de Santa Justa, Torre Eiffel en miniatura, encantador artefacto decimononico cuya mayor utilidad es permitir contemplar a los turistas fantásticas vistas del Tajo, los barrios antiguos de Lisboa y las ruinas del convento de Carmo, edificio semi derruido, sin reconstruir desde el terremoto de 1755 y verdadero homenaje al Portugal de antes del cataclismo, ese menguado pueblo de navegantes visionarios que puso sus factorías comerciales en Goa, Malaca, Macao o Belo Horizonte. Tras bajar la colina empezamos a deambular sin rumbo fijo hasta que, tras subir la enésima cuesta, nos encontramos con la Se.
Habíamos llegado al barrio más pintoresco del Lisboa, la Alfama. El bullicio y el colorido volvían a confundirnos. Paseamos y compramos unos recuerdos hasta que, subitamente, la noche cayó sobre la ciudad. De repente el vital y concurrido barrio quedó en total soledad. Tan solo los tendales con ropa aún fresca nos advertían de que las ruinosas y desvencijadas casas aún seguían estando habitadas, pero la gente parecía haber desaparecido. Por entre las empinadas y estrechas callejuelas nos topamos con una pequeña taberna. A pesar de que exteriormente no era más que otro achacoso edificio el hambre apretaba y decidimos entrar. Nada más traspasar la puerta una atmósfera mágica nos envolvió. El lugar, sin ser lujoso, era realmente acogedor. una señora de mediana edad de porte aristocrático nos invitó a tomar asiento. El comedor no tenía más de 10 mesas. Las laterales estaban ocupadas, así que pasamos a ocupar una de las centrales. Nos sugirieron unos entrantes y vino de Oporto y de segundo elegimos bacalao. Aún no habíamos empezado a degustar tan deliciosos manjares cuando un angelical sonido se metió hasta el fondo de mis entrañas sacudiendo mi alma y mi cuerpo. Nuestra anfitriona de madura y espiritual belleza cantaba para nosotros. Era una canción triste y envolvente que hablaba de bohemios embriagados de pasión en busca de paraisos perdidos. Era el FADO, un destino ya marcado al que unos soñadores inconformistas trataban de enfrentarse con las desiguales armas que les proporcionaba Orfeo. Después escuchamos una oronda africana de alma castigada, cargada de profundidad y de arte, desde entonces me volví completamente fadista y el desgarro y la saudade me dan lucidez y tristeza, fuerza y melancolía, amor y desamparo pero, sobre todo, dolorosa clarividencia.
Tras esa mágica revelación la introspeción, el sentimiento duradero y profundo y la emoción contenida se convirtieron en motores de mi vida aunque este torbellino interior manque, lastime y a veces me queme por dentro.Con ese estado de ánimo era el momento de tomar un tawny, subir al rufianesco Barrio Alto y perderse en la noche lisboeta.

lunes, 24 de abril de 2017

PROTOCOLO ZOMBI

El vecino pasa absorto, sin verme cuando me cruzo con él en la escalera.
Camino de Oviedo el chico del asiento número 8 dormita en el ALSA con los auriculares puestos, ajeno a la primorosa rubia que le hace ojitos.
Llego a la capital dispuesto a hacer unas gestiones y me encuentro con que el operario de la oficina está ausente por un ERE, su compañero abrumado hace un sickie y el único ente que presta asistencia a los usuarios es una siniestra máquina fabricada en Corea con la que, por supuesto, no consigo realizar ningún trámite.
De vuelta en Gijón decido ir a cenar a mi restaurante favorito y observo como la pareja de la mesa del fondo celebra un simulacro de cena romántica a mayor gloria del móvil y los selfies. La fría dictadura de la pantalla arruina cualquier atisbo de complicidad o de calor humano y el iphone 7 acaba convirtiéndose en el prioritario foco de atracción de la velada, algo en parte lógico, ofrece mejor rendimiento, mayor autonomía y más posibilidades que la mayoría de los comensales.
Y caigo en la cuenta que todo lo que veo a mi alrededor son vidas fallidas, falta de entusiasmo, evasión en realidades paralelas, conformismo y sedación generalizada, nadie parece disfrutar con el mundo real y la pasión se derrocha de la forma más grotesca y absurda.
En vez de afrontar los retos con ilusión y valentía muchos se estancan en una permanente queja. La viciosa comodidad se impone en su día a día pero esto no genera más que insatisfacción y una falsificación de lo que debería de ser. Un mundo de ensoñación donde muchos acaban por no reconocer ni al rostro que se refleja en su espejo cuando se cepillan los dientes.
Desde luego estamos al borde del apocalipsis. El mundo tal y como lo habíamos concebido hasta ahora está a punto de colapsar. Ruego a los señores del gobierno que reconsideren su postura y tomen muy en serio la amenaza zombi.
¡¡Estamos rodeados de muertos vivientes y es necesario que el protocolo zombi se active cuanto antes!!



domingo, 23 de abril de 2017

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Vivimos en un época de sobreexposición tecnológica. Cualquier comportamiento genera un rastro y multitud de métricas posibles. Etiquetados, clasificados y puntuados, no falta más que un pequeño paso para convertirnos en cautivos de la Inteligencia Artificial (u otras inteligencias). ¿Nuestras decisiones se toman en nuestro cerebro o en Mountain View? ¿Está tomando el teléfono móvil el control de nuestras vidas? El futuro del marketing digital apasiona y sobrecoge. Tratemos de entender al menos parte de lo que sucede, es esencial para nuestro futuro y el de las organizaciones que dirigimos.

lunes, 20 de marzo de 2017

LA FUENTE DE LA JUVENTUD


Hacia 1520 un envejecido Ponce de León, próspero y asentado en la recién creada colonia de Puerto Rico tras años de conquistas y exploraciones, cae hechizado por los encantos de una jovencísima nativa.
Turbado por la pasión y ansioso por alargar el escaso tiempo vital del que disponía, con mucha suerte un exiguo puñado de años, determina, siguiendo la estela de antiguas leyendas contadas por los nativos, empuñar de nuevo su arcabuz y emprender la búsqueda de la fuente de la eterna juventud.
Jamás la encontrará, pero en su exploración coloniza y conquista para la Corona de Castilla el territorio de la Florida, toda una proeza para un anciano que, predestinado a morir con un vulgar hombre anónimo, pasa a convertirse en una leyenda para la posteridad.
Océanos de tiempo después, otro aventurero español, más joven que Ponce pero igualmente angustiado por el paso del tiempo, rastrea en la frontera entre Perú y Bolivia, tal y como ya había hecho en otros tantos lugares del mundo del Mar Muerto a Benarés, el paradero de un científico alemán, huidizo superviviente de la Segunda Guerra Mundial y conocido como Doctor Mefistófeles, proveedor de filtros y pócimas rejuvenecedoras desarrolladas por el infame Josef Mengele, y conocedor de la ubicación de las fuentes.
Tres almas le entregaría el afligido viajero al doctor por reverdecer el fulgor juvenil a un rostro que sutilmente comenzaba ya a marchitarse por su excesiva exposición al sol en los inquietos días y a los destellos de las luces en las confusas noches.
Estafado por el enésimo chamán, delirante y afectado por el mal de las alturas, cae en una suerte de trance místico donde alcanza a comprender que el personaje que busca no existe. Mefistófeles no es más que el último eco de una leyenda absurda que durante años había atormentado su alma y consumido su tiempo, su energía y sus ahorros.
Desesperado abandona la perdida isla del lago Titicaca donde había ido a dar con sus huesos en su última exploración. Tras varias horas en barco llega a Puno. No se detiene en el acogedor puerto turístico y pronto se interna en las enmarañadas callejuelas de la ciudad. Deambula sin rumbo sorteando, vendedores ambulantes, mujeres de coloridos trajes y originales sombreros, motos, tuk-tuks y ladronzuelos cuando, súbitamente, sus ojos se tropiezan con los de ella e inmediatamente experimenta una vibración en su interior. Siente un chispazo y algo comienza a arder dentro de sus entrañas; una llamarada, una energía, un pálpito, un ímpetu incontenible. El rubor de su cara hace que esta brille de nuevo como antaño y al ritmo de la centelleante música, al menos por una noche, se siente insolentemente joven de nuevo.
Y entonces se percata. La juventud se encuentra agazapada en el meandro más profundo del alma, esa que torpemente pretendía entregar al demoniaco Mefistófeles. La búsqueda, la insatisfacción, la curiosidad y el no haber claudicado nunca le habían mantenido preparado. Al avivarse tras el estímulo adecuado una energía interior cosió, entrelazó y dio sentido a un heterogéneo amasijo de imágenes, de sabores, de aromas, de lugares; a todo un periplo vital rico y lleno de emociones. Y así es como se volvió plena e insaciablemente joven para siempre.

sábado, 18 de marzo de 2017

HAPPINESS

Angustiados ante un mundo que no les llena, son muchas las almas ingenuas y desconsoladas que encuentran refugio en los manuales de autoayuda. Ansían encontrar trucos fáciles que les transformen la vida.
Sin embargo, esos pseudolibros son un curioso invento literario que reparte recetas mágicas y desvela milagrosas claves existenciales para mayor gloria de oportunistas y pedantes gurús.
Lo que esas guías no explican es que la ruta correcta no puede ser la del tramposo atajo para alcanzar una meta o, peor aún, la senda de la de la evasión de nuestro entorno.
Los inconsistentes creadores de pararealidades edulcoradas no comentan que el único truco posible es que no hay ningún truco, se trata de que no te importe que te duela, como bien aparece en aquella escena de la película Lawrence de Arabia cuando a Peter O´Toole se hacía una pequeña quemadura en la mano.


La propia felicidad como concepto es una pura utopía.
Vivir en la cándida y voltariana felicidad es renunciar a crecer, vivir de espaldas a la incomodidad y el dolor, enquistarse en un autocomplaciente hedonismo, ausentarse del mundo e inventar una realidad paralela soñada a nuestro antojo.
Así, al más puro estilo Matrix, nos convertiremos en el príncipe, el héroe, el seductor o el aventurero que nunca nos hemos atrevido a ser.

Will Ferguson, en su divertido libro Happiness nos narra con un regusto de ironía como el hipotético manual de autoayuda perfecto crea problemas aun mayores de los que trataba de resolver. En su nirvana de placer estos nuevos individuos felices acaban por sumir a la civilización entera en una apática siesta donde ya no hay objetivos, metas, ni ambiciones, de forma que el mundo tal y como lo conocemos acaba por desmoronarse produciéndose una tremenda involución.
Para el hombre lúcido es difícil encontrar sosiego, una vez que se ha probado el fruto del árbol de la ciencia le resulta difícil degradarse a estados de conciencia inferiores, de absurda placidez.
El tratar de desarrollar todo nuestro potencial y el de nuestro entorno es la mejor aspiración posible. Madurar y crecer consiste en abandonar los confortables edenes. No es posible detener el tiempo ni alargar las etapas evolutivas.
Tengo la certeza de que el Shangri La de James Hilton existe, de hecho hace casi una eternidad creí tocar ese lugar con los dedos de mi mano pero los horizontes perdidos son muy escurridizos y no conviene permanecer demasiado tiempo en ellos.

Los dragones del Edén, los demonios interiores, esos condenados residuos evolutivos de los que hablaba Carl Sagan, nos impulsan a abandonar de nuestra zona de comodidad más allá de lo que nuestra propia razón demandaría. Esa es nuestra maldición y nuestra grandeza. Claudicar, renunciar a evolucinar y crecer no es la salida, por pesada que pueda resultar la carga. La eterna búsqueda es nuestra maldición y nuestra grandeza. Por perdidos que creamos estar en el laberinto, claudicar, renunciar a evolucinar y crecer no es la salida; por pesada que pueda resultar la carga...

lunes, 13 de marzo de 2017

EL HOMBRE QUE CONFUNDIO A SU MUJER CON UN SOMBRERO

Desde hace tiempo me apetecía releer el libro "El Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero". Ayer, al fin, encontré el momento para hacerlo y disfruté de un modo más profundo una obra que, aún siendo ensayo, está llena de emoción, relatos y personajes.
De hecho, recordaba vagamente las historias llenas de ternura y humanidad con las que el neurólogo Sacks describe, con extrema delicadeza y complicidad, patologías auténticamente dramáticas. Sin embargo, igual que alguno de los pacientes del doctor, con problemas de amnesia, me costaba recordar lo que había detrás de la mera anécdota y darles un sentido.
Y así, volví a conmoverme con los casos que presenta, más de 20 historias de personas aquejadas con graves problemas neuronales que tratan de encontrar algo de coherencia en su devenir vital, aunque sea de una forma muy peculiar o muy básica.
El hombre que da título al libro, con problemas para reconocer objetos y caras, se apoya en sus portentosas habilidades musicales para dar una melodía a sus rutinas, y es esta música la que acaba por poner cierto orden a lo que, de otro modo, sería un caos imposible de entes y elementos irreconocibles.
La amnesia profunda de otro de sus pacientes, afectado por el síndrome de Korsakov, nos presenta a un individuo sufriente, sin pasado ni futuro, aislado en un momento del yo, sin ningún referente al que aferrarse y, donde sólo en un momento trascendental de oración, consigue tener cierta paz y conexión con el mundo.
Otros pacientes llegaban a perder la conciencia de un miembro, o, al contrario, sentir un miembro fantasma tras su amputación; e incluso peor, una chica llegaba a perder la propia conciencia de su cuerpo. La paciente, con los automatismos motores lesionados, tenía que hacer un abrumador esfuerzo visual y de atención consciente para volver a mover sus miembros. Esa dicotomía entre cuerpo y mente volvía su realidad altamente descarnada.
Y así van apareciendo una amplia galería de pacientes con el síndrome de Tourette (impulsividad extrema), afásicos, autistas y otro amplio repertorio de carencias y retrasos.
Y todos al fin, como quizá nosotros mismos, buscando una narrativa, una emoción o una cualidad en la que encontrar calma y plenitud. Un anclaje que les permita no hundirse en la sima de la irrealidad y de un modo, siempre muy distinto a las personas más o menos convencionales, seguir conectados a la vida y encontrarle algún sentido a la propia existencia.
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PD: Encontré este enlace del libro, se puede leer entero en pdf. http://mimosa.pntic.mec.es/…/Sacks_Oliver-El_Hombre_Que_Con…

viernes, 10 de marzo de 2017

REGRESO AL FUTURO

Cuando Michel J. Fox viajaba al pasado con su famoso DeLorean mejoraba con su intervención su propio futuro pero debía de ser muy respetuoso con no alterar ciertas secuencias clave recordadas por él y toda su familia (la canción en el baile o el beso en el coche) pues de hacerlo pondría en peligro su propia existencia.
Cuando nosotros emprendemos un viaje mental a nuestro pasado (hasta el momento no he conseguido convencer a Doc para que me deje las llaves de su vehículo del tiempo) nos encontramos con una sucesión de imágenes dispersas. Sería peligroso borrar o cambiar alguna, podría hacer incongruente toda nuestra biografía o afectar nuestra propia cordura, pero si que es muy pertinente, a veces, cambiar el montaje de algunas escenas (modificar el orden, el tempo, o la música) con el objetivo de darle un enfoque emocional diferente.
Finalizado el ejercicio y de regreso al futuro veremos que la calidad de vida de nuestro presente mejora significativamente. Aquí y ahora.

jueves, 9 de marzo de 2017

LAS CENIZAS DE ANGELA

Hace unos días tocó concluir la noche en ese utópico local que es como la continuación del salón de mi casa hablando de libros. Y uno de los más comentados fue las Cenizas de Angela, una dura visión de la infancia que si bien para algunos es un paraíso perdido para otros es un cruel infierno al que no volver jamás. Existe también versión cinematográfica dirigida por Allan Parker bastante estimable. El libro que en su día utilicé para mejorar mi inglés, se ha convertido en un clásico contemporáneo y al igual que a mis interlocutores del pasado sábado os lo recomiendo vivamente. La novela refleja con descarnada autenticidad una niñez pobre miserable e irlandesa llena de mugre, hambres, chinches y letrinas.
Al estar inspirada en la biografía del propio autor, Frank Mc Cour , todas las peripecias rezuman veracidad y son ricas en detalles, pero el relato nunca abandona ese poso de amargura del que desde la distancia trata de reconciliarse con su pasado, usando a veces un tono sarcástico para describir acontecimientos, sin duda, muy dolorosos.
La Irlanda de aquella época, y especialmente el oscuro Limerick en el que se desarrolla la acción era un lugar asfixiante y abyecto, regado de alcohol e inspirado por la maledicencia donde la única salida posible era emigrar a Nueva York.
Y, según he podido comprobar recientemente, poco ha cambiado desde entonces, pese a su estridente animación, la sobrevalorada Irlanda continúa siendo un lugar atrasado, desdichado y mezquino.

martes, 7 de marzo de 2017

EL EFECTO BARBARA STREISAND

Lo que aparece en la foto es la preciosa casa de la actriz Bárbara Streisand.
Hace unos años la editorial Taschen editó un libro de fotografías con alguna de las viviendas más vistosas de Malibú fotografiadas desde un helicóptero. El libro no tuvo mucha tirada ni repercusión y en ningún momento identificó a los dueños de las propiedades pero Barbara Streisand, que era propietaria de una de ellas, sintió que su intimidad era vulnerada solo por el hecho de mostrar la casa y decidió demandar a la editorial.
Pronto el asunto se viralizó por las redes sociales, de modo que en cuestión de horas millones de usuarios supieron la ubicación exacta del domicilio de la famosa actriz.
A esto se le conoce como el efecto Barbara Streisand y la moraleja es que el exceso de celo protegiendo la intimidad suele tener el efecto contrario al deseado; de igual modo que nosotros mismos somos los que solemos desencadenar todo aquello que más tememos.
Obremos con naturalidad y no nos obsesionemos, las reacciones y fobias excesivas nos llevan directos a los problemas que tratamos de evitar. Sacar el paraguas cuando no toca es la mejor forma de convocar a las tormentas, y, una vez abiertas, las cajas de los truenos son difíciles de controlar.

lunes, 6 de marzo de 2017

GARRY OWEN

El Sporting que tantos disgustos nos da últimamente posee algo de lo que carecen muchos clubs con más poder e historial. Tiene un himno que resuena en el fondo de nuestros corazones sportinguistas, que nos hace palpitar y sentirnos parte de algo, que nos aúna y nos conmueve a todos.


Desde luego hay melodías con un poder transformador que inducen a la épica y la acción. El arma más infalible de los franceses como nación es La Marsellesa, continua fuente de inspiración y alma de su orgullo nacional. Contar con una herramienta de cohesión tan potente es una auténtica bendición para un pueblo.
Con los grupos de personas puede suceder exactamente lo mismo, una serie de individuos pueden llegar a un grado máximo de complicidad si los símbolos y valores que comparten cristalizan en una canción común.
Así un desastroso grupo de encogidos e indisciplinados perdedores, seducidos por el poder inspirador del Garry Owen se convierten en la referencia del ejército americano, el séptimo de caballería, capaces de morir con las botas puestas a las órdenes de un tipo con los pelos raros.
En estos momentos desesperados para los sportinguistas, a los componentes del equipo les invito a que apelen a su orgullo y se aferren a un himno que, ante las grandes adversidades, siempre ha salido victorioso y que, al menos para mi sobrino Yago y para mí, no es menos poderoso que La Marsellesa o el Garry Owen Revive tus laureles y siempre hacia adelante, tu fe nunca decaiga no debe desmayar. ¡Vamos Sporting!

domingo, 5 de marzo de 2017

COLAPSO

Hablaba ayer con una persona con la que he compartido y aprendido muchísimo en las últimas semanas de uno de mis libros de cabecera, Colapso. Y hoy he decidido hacer esta entrada con el ánimo de divulgarlo y animarlo a él y a todos vosotros a su lectura.
En el libro, Jared Diamond, el autor, es capaz de hilar historia, biololgía y antropología en un mismo plano para conseguir una vision global del éxito o fracaso de determinadas sociedades a lo largo de la historia, desde los vikingos en Groenlandia a los anasazi en Estados Unidos, los mayas de Mesoamerica, Ruanda, Haiti, Nueva Guinea o Japón hasta la isla de Pascua o Tikopia y trata de responder a la pregunta de porque unas fueron exitosas y otras fracasaron.
Pasemos si no a ejemplos concretos. La isla de Pascua, según los geólogos fue un auténtico vergel un milenio atrás y en la época contemporánea un lugar desolador sin árboles ni apenas vegetación. Lo cierto es que poco después de que la isla llegó a su climax de evolución, riqueza y población, el sistema se desmoronó súbitamente producto de una colectiva locura constructiva tratando de erigir los moais mas grandes ¿Qué pensó el habitante de Pascua que taló el último árbol? El problema es que el desdichado individuo tal vez nunca llegase a plantearse tal cuestión...El 90% de la población pereció, llegaron a recurrir al canibalismo y lo que encontraron los europeos no fue más que unos indios hambrientos carentes del esplendor de antaño.
A algunos miles de kilómetros de allí, en Tikopia, otra remotísima isla con unos pobladores obligados a afrontar similares retos, estos son capaces de salir airosos del envite y mantener una población estable así como un próspero modelo de desarrollo durante muchos cientos de años, manteniendo este tipo de gestión aún en la actualidad.
¿Cuales son las diferencias esenciales entre los dos modelos de desarrollo? Tikopia es mucho más pequeña que Pascua (la distancia máxima desde el centro de la isla al mar es de 1200 metros), de forma que todos los habitantes son conscientes y co responsables de lo que pasa en SU isla. Si no pueden mantener una familia evitan procrear de forma que la población ha mantenido estable durante generaciones, asimismo, están educados para ser respetuosos con un entorno del que no pueden escapar, donde no hay rincones por explorar y del que conocen cada pliegue. Los jefes hereditarios no son tan poderosos como los de la desdichada Pascua y en todo caso procuran gestionar toda la isla para producir alimentos de forma continua mediante un ingenioso sistema de cultivo por pisos del cual el más alto es el bosque tropical.
Demuestran eficiencia, disciplina y sensatez interactuando con el medio de la forma más adecuada y sostenible.
Desgraciadamente es curioso ver como en un remoto rincón de la vía láctea, un mundo frágil con recursos limitados y separado de cualquier otra civilización conocida, la aldea global llamada planeta Tierra, ahora totalmente interdependiente debido a las redes comerciales y de comunicación existentes, el sistema de gestión elegido para más gloria, poder e influencia de codiciosos jerifaltes es el del derroche, la irresponsabilidad y el exhibicionismo, se cambia simplemente la construcción de moais por la producción bienes de consumo innecesarios o por la edificación de grotescas moles de hormigón que cada vez alejan más al individuo de la naturaleza y de alguno de esos árboles con los que tan conectado me sentí ayer mismo.
No sólo Pascua, otras orgullosas civilizaciones como los mayas o los anasazi, perecieron justo después de alcanzar su punto más álgido evolutiva y tecnológicamente.
Nuestro destino como especie no ha de escribese en oscuros y lejanos despachos, está en nuestras singulares manos, esa es nuestra común responsabilidad.

miércoles, 1 de marzo de 2017

EL FLAUTISTA DE HAMELIN

Hay ciertos individuos que me generan gran desconfianza. Los he analizado y suelen responder a ciertos patrones. Hay dos indicios muy significativos; el primero es no probar el alcohol, el otro es lucir pelos raros. Esta es la razón por la que el mamporrero tramposo que ha perpetrado el último pelotazo inmobiliario en Washington me resulta tan inquietante, es abstemio y tiene un peinado digno de un expediente X. Este personaje, si no fuera tan real, bien podría inspirar una opereta bufa o un cuento de los hermanos Green.
El trampero de Manhattan con el sonido de su trompeta desafinada, con un tran-tran que suena a la Germania más profunda, transporta la fábula de Hamelin al otrora país de la libertad y encierra a los traviesos niños de pelo rubio en una oscura cueva, al fondo de la caverna pone un brillante telón y rodeándoles levanta un gran muro.
Finalmente da el último trompazo a los mayores de la vieja escuela, exige contrapartidas por el rescate de los ingenuos infantes, secuestrados en la caverna. Si no acceden amenaza con transformar a los dorados querubines en despiadados niños de la guerra...
La trama está preparada y la tramoya prevista, y yo con estos pelos!!!

jueves, 23 de febrero de 2017

EL BAUL DE LA SABIDURÍA

Acabando la adolescencia tuve la suerte de recibir el legado de un sabio.
Don Francisco Vizoso un catedrático de latín que había fijado su residencia en el hotel durante años se jubilaba y volvía para su casa en Galicia. Por problemas de espacio en su nuevo domicilio dejaba 3 pesadas baules que decidió no trasladar; en ellas encontré toda una ventana al mundo y a la vida.
Las maletas estaban llenas de libros, y no cualquier clase de libros, eran las lecturas seleccionadas de un humanista. Entre ellos "La agresión el pretendido mal" de Konrad Lorenz, el primero que leí, subrayado y comentado por el maestro Vizoso. De la etnología pasé a la antropología (Desmond Morris) y todo ello despertó mi interés por pueblos y culturas diferentes y por los viajes fantásticos en los confines de la civilización (Heirrich).

Según fui descargando la maleta de libros quise llenarla de experiencias y vivencias; recorrer todos aquellos paisajes que había recreado en mi mente con la ambición de tratar de conocer la esencia de la naturaleza humana más allá de los diferentes colores y costumbres.
El reto es un devenir sin fin que jamás podré concluir, un desasosiego, una maldición.
Las maletas, ahora vacías de libros, parecen inconsistentes. Añoro aquella época donde todo lo imaginable era posible y aquel primer viaje que emprendí sin moverme de mi habitación...

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PD: Si he de ser sincero comencé a escribir con el afán de acercaros al mundo de la etnología y la antropología pero reflexionando sobre el texto que acabo de publicar, no se si sugeriros precisamente lo contrario.

sábado, 18 de febrero de 2017

PARADOJAS TEMPORALES

Veía ayer en Odisea un sesudo documental sobre el tiempo. Algunos físicos negaban incluso la existencia del mismo, algo plausible matemáticamente pero difícil de conciliar con procesos tan obvios como el movimiento o el propio envejecimiento. Me quedé bastante meditabundo pero definitivamente llegué a la conclusión de que la percepción del tiempo es un concepto muy subjetivo... y de que hay un método infalible de extender el tiempo. Todo consiste en emprender nuevos retos, cambiar de itinerarios, liberarnos de nuestras rutinas, llenarnos de emociones. El resultado es absolutamente inconmensurable, los días se alargan, se llenan de imagenes y hasta el día de la marmota se puede convertir en especial.

viernes, 10 de febrero de 2017

VISUALICEMOS EL CONTEXTO

Estamos educados en la cultura de la confrontación (blanco vs. negro,,, numero vs. letra) pero normalmente el significado depende del contexto y puede haber más de una solución posible. No hay verdades absolutas, procuremos conocer bien todas las circunstancias antes de emitir juicios.
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¿ Veís un circulo o un cuadrado en la imagen ? Vuestra percepción tiene que ver sobre vuestra propia visión del mundo...
 CIRCULO, amplitud de mente, abierto a explorar, más tolerancia para ver las estructuras y los estilos de vida, más permisivos y menos rigurosos. En una palabra más liberales. CUADRADO, más conservadores, más control sobre modos y estructuras, más intolerantes con las formas; en una palabra más controladores y conservadores. curioso eh,,, La investigación aparece diario británico The Mirror, que fue de donde descargué la foto, y forma parte de un trabajo publicado en una revista de psicología.
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Lo que veamos en este tipo de ilusiones visuales parece ser que también revela aspectos ocultos de nuestra personalidad... He de confesar que me ha costado mucho ver a la vieja y al saxofonista (al principo solo veia dos caras de chicas jovenes), aunque al final lo he logrado, pero a los señores delgados bailando de la tercera imagen no los encuentro por ningún lado. ¿Me pasa algo doctor?

domingo, 1 de enero de 2017

ALGORITMOS Y CARAS. CARNET DE NUEVO CIUDADANO CHINO

Nunca he tenido vocación de conspirador pero la próxima vez que visite China lo haré provisto de la máscara de Guy Fawkes. Máquinas por todos lados, cámaras ocultas, telepantallas que nos vigilan, carnets de buen ciudadano un mundo hipervigilado, donde la libertad individual no cuenta, al estilo de lo que relataba la novela 1984. De ahí a la policía del pensamiento y los espeluznantes encierros en la habitación 101, la auténtica cámara del terror donde se dejaba a los individuos sin voluntad sobre exponiéndoles a sus propios temores, ya no queda absolutamente nada. Las peores pesadillas de Orwell ya están aquí, y una vez más, la realidad supera la ficción. Y no nos confiemos, las diferencias entre China y occidente son sólo aparentes y sutiles. Lo que sucede allí pronto lo tendremos aquí. Y eso me hace pensar en aquella cita de Niemöller, tambien atribuida a Brecht. Primero vinieron a por ellos, y yo como no era como ellos no me preocupé, pero luego también vinieron a por mi, o este caso a por todos nosotros, pero ya era demasiado tarde... https://www.elmundo.es/papel/historias/2017/12/15/5a327dece5fdea34758b45ef.html