Ayer en nuestra tertulia nocturna hablábamos del libro Rebelión en la
Granja... Más actual que nunca, a todos nos convendría releer de vez en
cuando la genial metáfora social de Orwell para no repetir errores.
Atroces experimentos sociales que solo trajeron miseria, pobreza y
crueldad a aquellos pueblos que fueron aplicados. Sociedades destruidas
para el único beneficio de unos pocos santones mesiánicos que arrasan
sin piedad, individuos, familias y tradiciones o incluso creencias
íntimas, con el único fin de controlar cualquier resquicio de poder. El
estado omnimodo y los experimentos sociales ineludiblemente han traido
miseria y desesperación al pueblo, pero sus infalibles líderes siempre
han encontrado precisas excusas para no poder aportar ese paraiso en la
tierra que teóricamente prometen. Ellos jamás fallan y se perpetuarán
siempre. El hambre, el desabastecimiento, la miseria, tan solo son
efectos colaterales de su proyecto teórico. No importa lo que suceda,
jamás asumiran sus responsabilidades porque, tal y como decía Sartre, el
infierno siempre serán los demás.
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