Muros que se levantan, libertades que se restringen, personas que se etiquetan. No puedo concebir un panorama más aterrador.
Intrigantes chamanes fanatizan el entendimiento y se arrogan la iluminación y la posesión de la verdad absoluta.
Los médicos son desplazados por curanderos que , alejados del escrutinio racional o científico, recetan pócimas, placebos y, lo que es peor, sangrías, en vez de las medicinas adecuadas y , frente a esta pérdida general de la lucidez, la profunda desazón, el extremo desasosiego y la impotencia de Casandra ante tanto delirio.
Volverme a mi interior y preparar las maletas se convierte en mi último refugio ante el inminente cataclismo que se avecina. Esta vez será el peor viaje imaginable.
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