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viernes, 23 de diciembre de 2005

TRIBUTO AL CINE FAC

Charlton Heston y Richard Widmark han fallecido pero su legado, al igual que el de otros grandes mitos del celuloide, sigue igual de vivo en nuestro recuerdo, reinando en la pantalla del añorado cine FAC, aquel lugar donde asistir al cine se convertía en toda una liturgia.Cine de barrio y de leyenda con butacas de madera donde nadie parecía sentirse incómodo pues tenían la capacidad trasportarnos a otra mágica dimensión, la del séptimo cielo.
Cine de familia y de reestrenos dónde se podían ver regularmente obras maestras como Ben Hur, Los diez mandamientos, Espartaco, El Álamo, El Dorado, Los siete magníficos, Simbad El Marino, Alí Baba y los cuarenta ladrones o Lo que el viento se llevó, película favorita de mi abuela, otra devota cinéfila pero ella del cine de Los Chirulos que no era ya un cine de barrio sino de pueblo, con tablones de madera por asientos y pulgas por compañeras y la misma pasión por el buen cine, pero esa es ya otra historia. La mía es la historia del cine FAC.
La historia del NODO antes de la película y descanso a la mitad para que el sacristán de la parroquia y encargado del cine pudiese sacar algún dinero vendiendo unos whiskyes a los mayores y chicles y bolsas de patatitas a los más pequeños.La historia de un público que se emocionaba y aplaudía a sus actores favoritos o jaleaba las escenas de acción como si cada pase de la proyección fuese único, personal e irrepetible pues aquellos grandes mitos ( John Wayne, Kirk Douglas, Errot Flynt, Clark Gable, Jonny Weismuller o Charlton Heston ), parecían cobrar vida en aquella rallada pantalla y sus voces, sin sonido Dolby o Stereo, retumbaban en la sala de una forma solemne e indescriptible, como si realmente hablasen inspirados por la divinidad. Sus tragedias siempre conmovían y su heroísmo era sobrehumano e inspirador.
La historia de los entrañables personajes del barrio, asiduos de la sala, desde Carlitos, que un día soñó con ser también artista, a aquellas otras que al menos durante dos horas, se evadían de una vida sórdida y miserable. Junto a ellos estábamos todos los pequeños golfillos ansiosos de descubrir nuevos mundos y aventuras y sin más preocupación que estar atentos a que Valentín, el niño eterno, cuarentón y discapacitado, no se comiese nuestra bolsa de patatitas mientras íbamos al servicio.La historia del cine FAC es la de uno de esos paraísos perdidos de nuestra infancia, un lugar auténtico e irrepetible, un templo donde el público se emocionaba y con respeto y pasión rendía culto al cine de verdad.

miércoles, 2 de noviembre de 2005

MALACA, UN CRISOL DE CULTURAS

Como todos los enclaves coloniales, Malaca, situada al sur de Malasia ( un país de tradición musulmana formado por 13 sultanatos ), es un crisol de edificaciones y culturas de un altísimo valor histórico y arqueológico. El Museo y Palacio del Sultán es una replica del palacio del Sultán que gobernó Melaka en 1.450, pretende preservar la arquitectura y exponer a los visitantes el modo de vida en la época de los sultanes.
Malaca logra un equilibrio entre las modernas y cómodas infraestructuras y siglos de viejas tradiciones. Asimismo tiene una vibrante mezcla de las culturas Chinas, Malayas, europeas e Indias que lo convierten en un lugar fascinante para visitar. Esta plaza es el punto de encuentro entre los diferentes barrios. Era día festivo y todo el mundo estaba en la calle y se relacionaba pacíficamente sin importar la etnia de origen.  Esta cordial  convivencia entre lo asiático, musulmán y europeo me pareció fascinante.

El Templo Cheng Hoon Teng es el lugar de culto chino más antiguo de Malasia y el más popular de la ciudad. Fue construido en 1646 con materiales traidos especialmente de China. Multitud de devotos acuden a diario a ofrendar a Kwan Yin, diosa taoísta de la Misericordia, con bastones de incienso, botellas de aceite o naranjas. Es un lugar cargado de espiritualidad y donde se rinde culto a los antepasados. En esta zona también hay montones de pequeños negocios  a pie de calle regentados por comerciantes chinos desde hace más de un siglo.
A lo largo de la historia, Melaka ha sufrido sucesivas invasiones y colonizaciones que, como ya se ha explicado, han dejado una gran influencia en sus edificios y monumentos. Fue conquistada en 1.511 por los portugueses como punto estratégico en la expansión colonizadora de la ruta Oriental. A mis espaldas se encuentra la Porta de Santiago, salvada gracias a la intervención de Raffles, aventurero británico que también intervino en la colonización de Singapur. En esta parte de la ciudad se ubica también la Tumba de San Francisco Javier que se haya en las ruinas de la iglesia de San Pablo, donde, a su vez, estuvo Nuestra Señora del Monte construida por los portugueses en 1521. El cuerpo del santo navarro, asesinado en la isla china de Sanshoan, fue enterrado durante nueve meses en Malaca, antes de ser trasladado a Goa en 1553.
 



Más tarde, en 1.641, fueron los Holandeses los que derrotaron a Portugal y se hicieron con el control de la ciudad. Tras el paso de Malaca a dominio holandés todas iglesias católicas portuguesas se reconvirtieron en templos protestantes, incluida la de san Pablo que pasó a ser el templo principal. En 1741 y para conmemorar el centenario de la captura de la colonia a los portugueses se comenzó la construcción de la Iglesia de Cristo (Christ Church en la foto), terminada en 1.753. Aunque de estilo colonial holandés incorpora posteriores elementos de tradición británica. Asimismo en su pavimento se utilizan losetas de tumbas portuguesas y armenias con interesantes inscripciones.



martes, 1 de noviembre de 2005

SENTOSA, AL SUR DEL CONTINENTE ASIÁTICO.

Sentosa, una pequeña islita muy cerca de Singapur, es el principal punto de esparcimiento de los singapurienses. La opción más bonita para llegar a la isla es el teleférico, por unos 10 dolares de singapur (unos 5 euros al cambio) se puede disfrutar de magníficas vistas. El teleférico se toma en la torre 2 de Harbour Front y hace una parada intermedia en el Monte Faber.
A finales del siglo XIX los británicos hicieron de Sentosa una fortaleza defensiva. Fue en 1967 cuando la isla fue devuelta al gobierno y se convirtió en un destino vacacional. Tanto se ha desarrollado que si algo peca, aun habiendo tratado de conectarlo con la naturaleza, es de excesiva artificialidad. Todo el conjunto de la isla parece hoy en día un auténtico parque de atracciones perfectamente diseñado. Para ir de cualquier punto de la isla a otro se puede utilizar un tranvía que recorre la costa y es gratuito.
La isla cuenta con tres pequeñas playas donde poder darse un cálido baño: Siloso, Palawan y Tanjong. Estas playas suman un total de 3,2 kilómetros de costa. Cada una de ellas cuenta con distintas características. Siloso es la más joven y animada. Palawan cuenta con bares y tiendas de recuerdos. Tanjong es la más tranquila.
Las playas no tienen apenas oleaje ya que son en gran medida artificiales y están protegidas del oceano por diques. Su mayor ventaja es la facilidad que ofrecen para todo tipo de deportes desde ciclismo a kayak y la gran cantidad de servicios con que cuentan, aseos, duchas, taquillas y hasta puntos de acceso a internet inalámbricos.

Pero la isla no son solo playas, en ella se encuentran parques de atracciones, museos, el parque de las mariposas, un acuario, un fuerte restaurado de la segunda guerra mundial y este fantástico Merlión (emblema del pequeño estado de Singapur) de 37 metros de altura.
Como curiosidad comentar que el puente colgante que aparece al fondo de la foto conduce a un pequeño islote con dos torres de observación que se dice que es el punto más al sur del continente asiático, es decir, el más cercano de Asia a la línea del Ecuador. Es una auténtica pasada cruzarlo y dejarse seducir por el inmenso oceano y por sus maravillosas puestas de sol.
Ya al anochecer, y aunque es un tanto infantil, sobre todo la música, merece la pena esperar por el magnífico espectáculo de luces que al caer el sol se ofrece en la isla y con el que se puede disfrutar como un niño con canciones, juegos de luces, uso de láser de colores y fuegos artificiales. Para conseguir un sitio centrado conviene ir con tiempo, al menos media hora antes de su inicio.





jueves, 29 de septiembre de 2005

LA PRIMERA MARCHA A COVADONGA

Hay lugares a los que la naturaleza ha bendecido con un hechizo y embrujo especial, parajes con duende en los que realidad y fantasía se confunden, reflejo de la divinidad y camino de la trascendencia. Enclaves en los que, según tradiciones ancestrales, han acontecido todo tipo de hechos milagrosos, cargados de mitología y leyenda.
El santuario de Covadonga, orgullo y emblema de nuestra tierra, es, como bien sabemos los asturianos, uno de esos puntos elegidos.Lo que desconocía hasta el pasado fin de semana es el bucolismo, la magia y el poder inspirador de las ancestrales sendas que conducen a la santa cueva.
Saliendo desde el monte de Deva en Gijón iniciamos el pasado viernes el camino a pie a Covadonga.Los primeros kilómetros discurrieron por los alrededores de Gijón, los caminos estaban cuidados y la belleza del entorno resultaba innegable, pero en el ambiente aún se palpaba la cercanía de la gran ciudad.
Una parada en el merendero casa Pepito nos dio la energía necesaria para enfrentarnos a las empinadas rampas con las que nos encontramos justo después de dejar atrás el pueblo de Peón. Fue esta la principal dificultad de la jornada pues el descenso se hizo muy cómodo y antes de que nos diésemos cuenta ya estábamos tomando otro culín en Grases. Allí nos quedamos un buen rato saboreando la espectacular sidra “El Traviesu” que rompía en el vaso formando burbujas como si se tratase de champán. Habíamos salido a la 1,30 de la tarde y a pesar de las paradas no habían dado aún las 8. Era la primera etapa y nos lo queríamos tomar con calma, habíamos recorrido unos 19 kms y apenas quedaba uno para nuestro destino final, Amandi.
Los dueños de la casa rural El Puente de Amandi, donde nos alojamos, resultaron ser extraordinariamente amables y agasajadores. La casa, limpia y cuidada, también era agradable y acogedora. Casualmente nuestro anfitrión, un señor de cierta edad, era un asiduo de la ruta a Covadonga y conocía todos los secretos del camino. De su cajón sacó unos antiquísimos mapas que amarilleaban por los bordes pero de un detalle y precisión increíbles. De nuevo con una botella de sidra que corrió de su cuenta repasamos cruces de caminos y posibles lugares donde avituallarnos.
Tras una breve y refrescante ducha nos acercamos al restaurante La Regatina, que estaba a pocos metros, donde entre otras cosas sirvieron la tortilla más grande que he visto en toda mi vida. No la pudimos acabar y la mitad que sobró nos la envolvieron. Serviría de provisiones para el día siguiente. Tras un paseo por las inmediaciones de la iglesia para bajar la cena volvimos a la casa rural donde dormimos como niños.Si buena fue la tortilla, mejor fue el bizcocho que la señora del alojamiento rural nos tenía preparado para el desayuno.
Nos costó abandonar un lugar tan agradable pero ya eran casi las 10 y ese día nos quedaban 36 kilómetros por delante.No mucho después y tras dejar atrás el pueblo de Lugás y una mansión amurallada pudimos disfrutar de uno de los parajes más maravillosos del camino. El río a un lado, la arboleda cubriéndonos y el verdor por todas partes. La escasa luz que se filtraba entre los árboles hacía que el paisaje se difuminase y nada pareciese real. Estábamos deambulando por un lugar de cuento habitado por xanas, duendes y seres mitológicos.
Tras el mágico paseo unas empinadas y exigentes rampas nos devolvieron a la realidad y tras una larga caminata, en la que dejamos atrás Breceña, llegamos a Sietes.
El pueblo, ahora en total decadencia, es un auténtico homenaje a la hace 2 o 3 siglos, pujante Asturias rural, en la que los hórreos y las casas de piedra, granero y cobijo en los inviernos, son su auténtico símbolo. Muestra de la pasada importancia de la aldea es el edificio del casino, hoy, por supuesto, abandonado.
Después de un alto en el pueblo, con una breve parada en el Boleru de Anayo y otra en Borines para refrescarnos con las famosas aguas de sus manantiales, continuamos el largo camino hacia Millares. Allí pretendíamos homenajearnos con una buena comida pero estaban en fiestas y el único bar cerrado. Afortunadamente nos quedaba tortilla del día anterior y algo de pan que habíamos comprado en Sietes. Hacía falta llenar el estómago pues nos quedaban aún más de 10 kilómetros hasta Llames de Parres en cuyo albergue teníamos previsto dormir.
A nuestro paso ganado pastando, naturaleza salvaje, abruptos valles y la impresionante sierra del Sueve, donde Pelayo busco refugio, como telón de fondo. El trazado era rompepiernas pero tanta belleza nos ayudaba a seguir adelante pese al cansancio. Se hicieron especialmente duros los 3 últimos kilómetros.Ya casi al pie del albergue un ruido ensordecedor, una gran polvareda y 30 jinetes que nos rebasaban al trote. Me sentía un aventurero de otro tiempo.
El albergue, de estilo rústico, era bonito pero entre los ronquidos y la ebriedad de los jinetes, el ajetreo de los peregrinos y la fiesta que estaban celebrando a un kilómetro resultó imposible dormir. Al menos la cena fue magnífica. Casualmente ya era la segunda fiesta que nos encontrábamos ese día y que interfería en nuestros planes. A punto estuvimos de acercarnos hasta la romería pero realmente estábamos demasiado cansados. Desde el albergue escuchamos igualmente los grandes éxitos de José Vélez y Rafaella Carra entre otros, versioneadas con mucho entusiasmo por las orquestas Hawai Music y Hollywood Night.
Cansados emprendimos la marcha el último día con la ilusión de que estábamos a menos de 25 kilómetros de nuestro objetivo.Lo que parecía fácil se convirtió luego en titánico. El calor extenuante, el mucho cansancio acumulado, una vieja lesión de tobillo que se reproducía y el exceso de asfalto en la parte final pusieron mi capacidad de sufrimiento al límite.
A mediodía hicimos una larga parada en Villanueva, pasada la una reemprendimos la marcha pero parecíamos no avanzar, a las tres de la tarde todavía estábamos a la altura de Soto de Cangas y faltaban los 8 kilómetros más duros.
Afortunadamente cuando ya casi desfallecía empecé a atisbar la basílica y a las 5 hacía entrada en el santuario. Se preparaban para iniciar el rezo del rosario en la Santa Cueva y un coro cantaba gregoriano.
No soy una persona muy religiosa pero realmente sentí algo místico en ese instante, un profundo sentimiento de comunión con el entorno y la naturaleza, veía que formaba parte de ella. Me encontraba relajado y francamente bien y todo el cansancio parecía haber desaparecido súbitamente.Aproveché para dar junto con mis amigos un agradable paseo por el santuario, sacamos algunas fotos y ya en el último suspiro, atrapamos el último autobús de vuelta a Gijón. Repetiré.

miércoles, 18 de mayo de 2005

A MODO DE IDEARIO

Aunque comencé a escribir estos textos con un planteamiento eminentemente lúdico pronto empecé a abordar toda clase de asuntos. Me di cuenta que resultaría mucho más útil y divertido interactuar con la sociedad y tratar de ironizar o buscar respuestas imaginativas y divertidas para los temas que todos nos preocupan. No se trata de recetas universales ni panaceas, simplemente tratar de propiciar el debate y el pensamiento libre, ordenado e inteligente. Durante estos meses he escrito sobre temas muy diversos viajes, sentido de la vida, política, temas de actualidad social o deportiva, nostalgia de otros tiempos, lugares o amores. También hay muchos artículos de viajes. Mi gran pasión. Mis opiniones son producto de mi manera de ver y entender el mundo, influida, sin duda, por la tradición familiar, educación recibida, lecturas, amistades, viajes o vivencias, pero de ninguna manera están patrocinadas o condicionadas por ninguna sigla y, desde luego, no pretenden sentar cátedra. La libertad es mi única fuente de inspiración. Odio las mordazas, las cadenas, la estrechez de miras o los planteamientos contaminados ideológicamente. Tan solo pretendo compartir mis vivencia e inquietudes con los demás. El ánimo de mis escritos es divertir o invitar a la reflexión. Aunque, desde la modestia de este foro, me gustaría ayudar a crear un mundo más avanzado, más desarrollado, más plural y más libre, desgraciadamente carezco de soluciones infalibles. La moderación y la mesura sea probablemente el camino más correcto.