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sábado, 10 de abril de 2021

TALLIN


Numerosas compañías de ferry conectan diariamente la ciudad de Helsinky con la de Tallin, separadas por apenas 80 kilómetros de mar.
La viking line es una de las compañías más clásicas y en ella se pueden transportar también vehículos, sin embargo, la mas veloz es la Linda Line.

Tallin es la capital de la República de Estonia y tiene casi 400.000 habitantes, lo que la convierte en la ciudad más poblada del país y su principal puerto.
Tallin es el centro político y económico del Estado. La ciudad alberga la sede del parlamento estonio, el palacio presidencial y los ministerios. Además en ella se encuentran radicadas la bolsa y las principales empresas del país.

La cruz de la Libertad, ubicada en la plaza remodelada en el 2008, homenajea a los soldados muertos en la guerra de independencia de Estonia, entre 1918 y 1920.

Tras una caminata de unos 15 minutos desde el embarcadero de los ferrys damos con los muros de la ciudad antigua.

Es hora de adentrarse, pues, en uno de los conjuntos medievales, más completos y mejor conservados de toda Europa.

Tras el acceso a la ciudad me sorprendió su actividad, las terrazas proliferaban invadían la calle principal y en cada esquina aparecía un grupo de turistas, sin embargo, la elegancia de sus edificios, sus calles empedradas y su poderosos encanto conseguían que, pese a todo, su conexión con la historia y su hechizo medieval no se difuminase.

Relajado, dispuesto a sorprenderme con todo lo que la ciudad tenía que mostrarme, comencé mi paseo hacia alargada torre que asomaba al fondo.

Al fin descubrí que se trataba del edificio del ayuntamiento, al que accedí desde una de las calles laterales.

Al entrar en la plaza del mercado pude disfrutar del edificio en todo su esplendor.
Es de estilo gótico y fue construido en 1404, siendo uno de los edificios no religiosos más hermoso de este estilo de los países del norte de Europa, tan solo la torre es posterior , del siglo XVII del renacimiento tardío . Como parte de su belleza hay que resaltar dos gárgolas de estilo barroco.

Cuando me alejaba eché la vista atrás y seguí admirándome con otra panorámica del edificio y la torre desde una nueva perspectiva.

Desde los jardines inicié una empinada subida y me encontré con esta llamativa catedral ortodoxa, otra sorpresa arquitectónica. Visualmente se parece a las catedrales rusas, de hecho su arquitecto, Mikhail Preobrazhenski, era de San Petersburgo, personaje que también hizo catedrales en Florencia, Niza, Viena y Sofia.

Aún siendo Estonia un país eminentemente católico, fue durante el periodo en el que el país perteneció al imperio ruso zarista cuando se construyó (año 1900 ), como símbolo de la dominación imperial. Esta dedicada al príncipe de Novgorod, Alexander Nevski Yaroslavich, que es el que da nombre a la catedral.

Esta iglesia fue construida el año 1230, por unos comerciantes alemanes que fueron invitados por hermanos de la Orden de la Espada. Y el nombre de San Nicolás fue por ser patrón de comerciantes y marineros.
Su estilo es del gótico tardío , aunque fueron incorporandose , el coro y numerosas capillas en siglos posteriores.

Y entre antiguos muros y estrechas callejuelas me topé contra nuestra inconfundible bandera. Una exposición sobre la obra de Picasso me acercó por unos minutos de nuevo a la Europa meridional y a España.

Un poco más allá de nuevo aparecieron los muros, torreones y contrafuertes de una ciudad orgullosa de sus bastiones y murallas.

Las galerías que formaban parte del conjunto de las murallas ofrecen la posibilidad de contemplar la ciudad desde lo alto, abajo tiendas de artesanía adosadas a los muros y a nuestro alrededor puntiagudos tejados y un dédalo de interminables y sinuosas callejuelas que no parecían seguir ningún plan.

En este laberinto de callejuelas las sorpresas visuales en forma de edificios e iglesias de los más variadas épocas y estilos arquitectónicos son constantes.

Si hay un lugar autenticamente medieval en Tallin, ese es el pasaje, o calle de Katerina. La calle fue el hogar y lugar de trabajo de muchos artesanos y comerciantes desde la Edad Media. No ha perdido su sabor arquitectónico, con los característicos arcos que se supone que se cubrían en verano para proporcionar sombra a los posibles compradores y los vendedores que exponían sus mercancías junto a los muros del claustro.

Cada calle y placita tenía su propio y genuino encanto, siempre distinto a todo lo anterior.

Cerca de uno de los miradores más bonitos de la ciudad, encontramos la Catedral de la Virgen Santa María, un edificio medieval que data de 1233. Se encuentra ubicada en el centro de la cuesta conocida como Toompea, otra de las calles importantes de la ciudad.

El exterior de la iglesia, blanco inmaculado, se diferencia mucho de su interior, que está totalmente decorado con escudos familiares.

Paseando por la Calle Pikk, una larga calle que cruza por el centro de la zona medieval de Tallín, nos encontramos con esta preciosa iglesia. Sus 154 metros (aunque diversos avatares lo han dejado en 134 en la actualidad) lo convirtieron en el edificio más alto de Europa en su época y la razón de su colosal tamaño era atraer a los comerciantes marítimos para que llevaran sus mercancías a Tallín.

Esta instantánea ofrece una buena imagen de conjunto de lo que es la ciudad, abigarradas y laberínticas callejuelas con edificios de época, torres, murallas e iglesias, en lo que es toda una celebración de la época medieval que vio desarrollarse este pintoresco enclave.

Desde allí me quedé observando un buen rato la ciudad y traté de encontrar la mejor salida de vuelta al ferry y al mar.

Después de haber palpado casi cada rincón de esta ciudad-museo que mantiene intacto todo su sabor medieval, abandoné el lugar por la gran puerta del mar camino del barco me llevaría a Helsinki.