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martes, 20 de marzo de 2007

SESION DE TARDE

Añoradas tardes de sábado. Televisión sin color ni mando a distancia, una única opción posible pero emociones infinitas en formato Sesión de Tarde.Bienaventurados nuestros ojos, entonces tan ingenuos, con los que disfrutamos de buen cine de aventuras. Gloriosos homenajes a unos héroes arquetípicos donde no había lugar para ambigüedades, dudas o vacilaciones
. Pérfidos villanos, grotescos, repulsivos, irredimibles, enquistados en su crueldad. Personajes monolíticos y pasiones a flor de piel donde la causa del héroe justiciero siempre acababa triunfando.La brutalidad de ese mundo maniqueo se presentaba de una manera descarnada y era posible pasar del llanto a la alegría desmedida en un par de fotogramas, pero todo era simple y puro.
Pero, andando el tiempo, mis padres se compraron un televisión en color y ya no todo era en blanco o negro. Las nuevas tonalidades me desconcertaban.A medida que los hogares iban proveyéndose de los nuevos receptores, televisión española, que por aquella época celebraba su flamante 25 aniversario, volvía a emitir de nuevo Las Cuatro Plumas, La Carga de La Brigada Ligera o San Francisco pero esta vez coloreadas. En estas nuevas versiones lo pavoroso no eran ya las dramáticas historias que se narraban sino ver los rostros de Errol Flynn, Clark Gable u Olivia de Havilland indecorosamente pintarrajeados y desfigurados por un ordenador.Pero, al menos por algún tiempo, respetaron a Tarzán, colorear toda una jungla debía ser demasiado costoso. El bueno de Johnny Weissmuller aún seguía luciendo su taparrabos en blanco y negro junto a la divina Maureen O´ Sullivan. Yo Tarzán. Tu Jane. Así de fácil.
Pero luego nos cambiaron a Johnny por Christopher Lambert ya en tecnicolor. Greystoke era un personaje simiesco y salvaje. Ya no era el rey de la selva omnipotente que vencía a todos con su famoso grito, sino un ser primitivo tratando de adaptarse a las difíciles convenciones de las sociedades contemporáneas. Nosostros que también estabamos en procesos de cambio con nuestra adolescencia a cuestas y nuestro incipiente acne veíamos que nuestro héroe nos fallaba, estaba tan perdido como nosotros.Ya no había referentes, nuestro mundo se tambaleaba, dudábamos de todo, estábamos descorazonados y nos preguntábamos si aquello podía empeorar.
Después de tanta catástrofe toda una generación se aventuró a salir del microcosmos del confortable salón de sus casas y a tener los primeros escarceos con el mundo y con las copas, perdiendo, al fin, el gusto por el cine de aventuras.Pasó el tiempo y llegué a olvidarme de Sesión de Tarde hasta que una lluviosa tarde de sábado, en la que la noche ya había sustituido a la tarde como hora de encuentro, de nuevo volví a encender la televisión.
Atónito observé como todo es susceptible de degradarse y corromperse más y más. Un personaje caricaturesco, con ojos de besugo y sonrisa tontorrona reinterpretaba la leyenda de Tarzán. Era Brendan Fraser en George de la Jungla. Una divertida pero insolente revisión del mito. Desenfadada hasta el esperpento, perfecto referente para unas nuevas generaciones aturdidas y atolondradas que ya no respetan a los viejos maestros, no se emocionan con la pureza de los clásicos ni creen en héroes ni princesas.

sábado, 10 de marzo de 2007

EXCURSIÓN POR EL NILO



Siempre me admiro su historia, pero nunca senti su embrujo, ese que muchos les hace conectarlo con el mas alla. Pero otros destinos me hablaban de ti y me ofrecian destellos de tu luz. Los obeliscos de la plaza de San Pedro o del Popolo en Roma, de la Concordia en Paris o del Hipodromo en Estambul, el escriba sentado del Louvre, los museos de Oxford, Cambridge o Londres, recordandome constantemente que nuestra orgullosa civilizacion occidental aun es heredera de una mas antigua y ancestral. Asi fue como parti hacia los confines del Mediterraneo y el motivo por el que me embarqué en la motonave Moon River en Assuan en busca de nuevas sensaciones. Tras dejar el equipaje en el barco hice una breve visita por la ciudad. Assuan me pareció tranquila villa volcada al turismo pero bastante menos occidentalizada de lo que esperaba. La mayor parte de la gente vestía la tunica tradicional y etnicamente no podían esconder su ascendencia nubia, tez oscura y profundos ojos negros. Aunque la noche era fresca en el desierto la vida se hacía en la calle, ahí se fuma, se juega a las cartas, se toma el te o se trata de liar a algun turista despistado.
Partimos a Abu Simbel a las 4 de la madrugada, en el camino por el desierto un rojizo amanecer donde el ocre de cielo y tierra parecen fundirse en el horizonte.Tras tres horas de viaje formando un curioso convoy escoltados por policías de paisano, sin duda por ir de incógnito y no alterar a los turistas, lástima del detalle de la metralleta al hombro, llegamos al recinto de los templos rescatados de las aguas del Nilo y ahora sobre el nivel del lago Nasser.Al salir del autobús un gélido viento me hacía sentir frio incluso con el forro polar. Lo compensó la maravilla de los 4 grandes colosos esculpidos en granito que enmarcan el templo de Ramses. Rápidamente saqué unas fotos y me introduje en él. Me impresionaron sus dimensiones y el detalle de los bajorrelieves donde se describen las victorias militares del gran faraón. El templo de Nefertiti, que visité a continuación, sigue la misma estructura pero es mas diminuto pero muy bello y armonioso igualmente.Concluímos la visita a eso de las 10 justo cuando comenzaba a notarse calor ( los cambios de temperatura en Egipto son súbitos y bruscos, al menos en invierno ). Poco despues de mediodía estábamos de vuelta en Assuan. Allí contemplamos la gran presa que sostiene 500 kilómetros de agua embalsada, que forma el mayor lago artificial del mundo y que provee de agua y electriciadad a todo Egipto.A sugerencia de Ramadán, un ex futbolista cairota reciclado a guia turístico, montamos en faluca para visitar un auténtico poblado Nubio. Caravanas de camellos se divisaban por nuestro margen derecho, el gran rio transmitía una gran sensacion de paz y sosiego, la misma que encontramos en el pueblo donde la gente se obstina en siguir viviendo al modo tradicional y criar cocodrilos en los estanques. Ya muy avanzada la tarde regresamos a la motonave y continuamos la navegación. En la noche nos esperaba la contemplación del templo de Kom-Simbu, iluminado, recio e imponente, otra autentica joya. A la vuelta espectacular cena en el barco y fiesta con chilabas.Tras navegar toda la noche amanecemos en Edfna !Qué temprano sale el sol aquí!. Desembarcamos y cogemos la calesa para ver el recio templo dedicado al dios Horus. Tras una fugaz visita de nuevo optamos por el coche de caballos para regresar al barco. La circulación es caótica. Chocamos contra otro vehículo de tracción animal, tras el susto por fin llegamos al destino. El cochero quiere un euro de propina. Se lo doy y me exige otro. Me niego y me llama catalán. !En perfecto castellano!. Al fin llego al barco y me relajo tomando el sol en la terraza. Tira un poco de viento y no me decido a pegarme un chapuzón en la piscina.A eso de las tres de la tarde llegamos a Esna y el barco se detiene para esperar turno para la esclusa. A pesar de que Ramadan me lo desaconseja, supongo que por temor a que me pierda o me retrase y el barco pierda su turno para pasar la esclusa, salí a explorar Esna. El pueblo es menos turístico que otros, huele mal pero tambien tiene vendedores que te paran y policías que vigilan por todos lados. Los comerciantes te convencen para que entres en su tienda para que mires "!Sin agobiar!, !Sin agobiar!" pero si sales sin comprar nada te cogen por el brazo y te muestran algo "!Más barato!" "!Más barato!", y nunca te dejan tranquilo.Subí al barco ya casi cuando iniciábamos la maniobra de la esclusa ! Ingeniosa obra de ingeniería!. Tenemos que bajar 8 metros de desnivel y noto un hormigueo en los pies.Tras cruzar la presa iniciamos la marcha a Luxor.Son casi las 10 de la noche cuando anclamos en la milenaria ciudad, antigua capital del Egipto faraónico. Desembarqué para estirar los pies y encontré un punto mucho más desarrollado y ruidoso que los anteriores. Paré en una terraza a tomar un te con menta y reparé en que habia menos gente vestida del modo tradicional y un estupendo paseo fluvial al borde del Nilo, se respiraba una atmosfera mas occidental. Vi el maravilloso templo de Luxor iluminado, en pleno centro de la ciudad y me retiré a descansar.Tras dormir unas pocas horas me levanté a las 5,30 de la madrugada y aun adormilado me dispuse a desayunar cuando un crío esta a punto de vomitarme los playeros. Me enteré que los vómitos y la diarréa estaban haciendo estragos entre parte del pasaje. La comida egipcia es deliciosa pero fuerte y muy especiada y el agua corriente no es potable. Afortunadamente yo me encontraba pleno de energías para realizar todo el apretado programa que me quedaba por delante.El templo de Karnak es un enorme complejo de obeliscos columnas y estatuas a mayor gloria del los faraones más famosos. Sus dimensiones apabullan. El de Luxor a 3 kilómetros es más grácil y armonioso y en él se pueden observar superpuestos los restos de una mezquita y de una iglesia copta. El tiempo apremiaba porque por la tarde volaba al Cairo y aun debia de visitar el Valle de los Reyes.Cruzamos el Nilo en barca y un autobús esperaba al otro lado. Tras un trayecto que no se hace largo llegue a una desolado monte. El paisaje es lunar. Solo piedra y ni una gota de vegetación, pese a ser invierno y al frio del amanecer, el sol pega fuerte en las horas centrales del dia ( debe ser un infierno en verano ).Elejí para visitar las 3 tumbas que me parecieron más interesantes. Increibles las galerias de 200 o 300 mts excavadas en la roca para concluir en un amplio espacio interior. Mas que cuevas artificiales son auténticos palacios en la roca.De camino al barco visité al templo de Deir al Bahaire ( en honor a Hacheput ), auténticamente incrustado en el recio monte.Comí en el barco y por la tarde partí del coqueto y superprotegido ( los controles policiales son tremendos en todo Egipto ) aeropuerto de Luxor hacia El Cairo, donde me encuentro en el momento de escribir estas líneas.En cuanto tenga tiempo escribiré una nueva bitacora explicando todas mis experecias en la fascinante capital egipcia.

jueves, 8 de marzo de 2007

EL CAIRO


El Cairo es una majestuosa ruina en medio de un constante caos circulatorio. Grandes rascacielos, modernas tiendas, ruidosas avenidas, la torre del Cairo, el Museo Egipcio donde miles de años de Historia de la humanidad se apilan en unas desordenadas vitrinas, las desafiantes pirámides con camellos y turistas alrededor y a su sombra un montón de laberínticas e interminables callejuelas por explorar de difícil acceso y de espaldas a la modernidad.Las puertas de los negocios, muchos desconocidos o ya extinguidos en occidente, siempre están abiertas. Un puesto de falufen ( carne picada típica ), una ebanistería, un limpiabotas, una carbonería, un punto de reparación de transistores y en la esquina una tetería de mugriento azulejo blanco y un vetusto televisor en blanco y negro emitiendo un rancio serial romántico. Algunos se sientan y fuman en la cachimba pero en general la actividad es frenética. Un burro comiendo alfalfa, un crío transportando un montón de panecillos en la cabeza, carretillas siempre llenas de extraños productos y un olor a especias que lo invade todo.


Un peugeot, el vehículo favorito de los taxistas cariotas, trata de pasar por la atestada callejuela sin asfaltar a golpe de claxon. Milagrosamente consigue atravesar la marabunta, recogerme en la tetería y salir por entre una de las más de 1000 mezquitas que adornan la ciudad. Le mando que me deje en la antigua ciudadela y ya desde fuera del recinto amurallado admiro la magnífica mezquita de Mohammed Ali. Se asemeja a la mezquita azul de Estambul pero su interior aún está más ricamente decorado.Salgo y me acerco a los muros de la ciudadela y contemplo la fastuosa megalópolis de 12 millones de habitantes que es El Cairo.


Observo que el bazar no está a mucha distancia y decido acercarme caminando.Tras más de media hora vagando por estrechísimas calles llego al Khan el Kalili, donde los vendedores me abordan por doquier y los aromas a especias penetran hasta lo más recóndito de mi alma. Me interno por uno de los callejones del bazar y cansado decido tomar un denso café egipcio en Al Fishawy, allí donde el Premio Nobel Nabuib Mahfouz tenía una tertulia literaria.Anochece y comienzo a escuchar con nitidez al mujaidin llamando a la oración. La calma parece reinar por unos instantes. Algunos devotos rezan en las tiendas, otros se dirigen a la próxima mezquita de Al Hussein.




Salgo del café, regateo con el taxista y consigo que me lleve al hotel Ramses Hilton, donde me alojo, por 15 libras egipcias ( unos dos euros ), seguro que si insistiese más aún me hubiese rebajado algo.Desde el restaurante del Hotel magníficas vistas sobre el Nilo y otra vez las luces y la modernidad, esa que amenaza con comerse la verdadera alma del Cairo. Al menos siempre nos quedará el recuerdo de lo que fue.