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miércoles, 6 de abril de 2011

VIVIR EN LAS ALTURAS

¿Acaso hay algo mejor que volar?
Flotar entre las nubes mientras otros se quedan aferrados a la tierra, sentir la caricia del sol a través de los diminutos cristales del avión mientras los cuerpos parecen liberarse de la presión de la atmósfera allá en lo alto.
Observatorio ideal de pequeños puntos que se deslizan de un lado a otro sobre los fondos verde, marrón o azul que va marcando el paisaje, perfiles y movimientos imposibles de captar desde tierra.
La vertiginosa ascensión nos distancia de la presión de lo terrenal, todo se vuelve más etéreo, la venenosa atmósfera se diluye y la fascinación del nuevo destino se apodera de nuestra mente, ávidos por afrontar el cambio de escenario que siempre nos deparará alguna sorpresa en forma de texturas, colores o sabores, verdadero alimento de nuestra alma y nuestra curiosidad, siempre joven e insaciable ajena al lento pero inexorable paso de los años que arrugan nuestros rostros con los surcos de previos ascensos y acrobacias.

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