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jueves, 21 de julio de 2011

LIJIANG

A más de dos mil metros de altura, en la zona conocida como el preTibet, donde el escritor James Milton ubicó en legendario pueblo de Shangri la, se encuentra Lijiang, antigua ciudad de canales, puentes y extraordinaria belleza, capital de la minoría conocida como Nakxi, un pueblo de tradiciones matriarcales orgulloso de conservar su propio idioma, cultura y escritura pictográfica conocida como Dongba.
Llegar a este lugar es tocar el paraíso con los dedos, dejarse seducir por un paisaje excepcional, experimentar una indescriptible sensación de calma y bienestar. Pasear por Lijiang es hacerlo entre edificios centenarios construidos con madera y rodeados de canales de agua pura venida directamente del Himalaya. De madera era el hotel donde me alojé o los restaurantes donde solía comer usando ineludiblemente los palos.


El pueblo Nakxi es abierto, alegre y disfruta tarareando viejas melodías o retándose a improvisar cánticos, aparentemente por su gestualidad, cada cual más ingenioso. Los fines de semana también saben disfrutar en cervecerías (¡Que buena la cerveza Dali!), animándome a cantar con ellos, aunque fuera tímidamente y en inglés.


Pero lo que realmente hace único a Lijiang es su comunión con el entorno y con la Montaña del Dragón de Jade, con sus nieves perpetuas reinando sobre tanta hermosura. Para conocer las sendas y los mágicos parajes que rodean Lijiang, lo más aconsejable es utilizar el caballo. Se pueden recorrer los escondidos pueblos de la zona o el húmedo altiplano en el entorno del lago. En ese punto te animarán a coger una barca y ya en el interior del lago alguien vendrá a tratar de venderte comida desde otra embarcación, comer pescado en medio del lago es una auténtica delicia.
Pero impregnado de nuevas sensaciones y ya familiarizado con los caballos querrás ponerte nuevos retos, llegar hasta horizontes aún más lejanos y al día siguiente tal vez te encuentres, igual que yo, ascendiendo por el llamado paso de Shagri la, acompañado por Jing y dos lugareñas, y provistos de oxígeno y ropa de abrigo, con el objetivo de llegar hasta una altura de más de 4000 salvando un desnivel de más de 2000 metros en unas pocas horas. Estrechísimas sendas, tremendos desfiladeros, vegetación de montaña, flores salvajes e imponentes valles y montañas a nuestro alrededor. Mi cuerpo volvió a bajar al valle pero mi espíritu aún seguía en el paso de Sangri la.

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