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domingo, 11 de julio de 2021

EL ELIXIR DE LA FELICIDAD

El niño jugaba en la plaza del foro. Cuando los ecos del cercano anfiteatro anunciaron que su gladiador favorito había vencido una explosión de entusiasmo inundó todo su ser. Una ligera neblina cubría el Vesubio esa tarde, pero ni él ni la ciudad de Pompeya parecían preocuparse. Estaban acostumbrados a convivir con el volcán y el humo siempre acababa por disiparse. El niño ignoraba que el volcán acababa de entrar en erupción, estaba exultante y era feliz.
El campanario sonaba en la iglesia, los judíos habían sido quemados en la hoguera y el mal cesaría pronto. Las tos, la fiebre y los pestilentes bubones pronto se desvanecerán, pensaba el comerciante. Optimista creía que su puesto de orfebrería en el puente Vecchio pronto volvería a prosperar. El comerciante ignoraba que el brote de peste bubónica había prendido en la ciudad de Florencia, estaba esperanzado y era feliz.
Los recién casados brindaban por su brillante futuro en la cena de gala del trasatlántico. Llevaban 4 días de travesía y pronto llegarían a Nueva York para disfrutar de su merecida luna de miel. Salieron a cubierta y miraron las estrellas. La pareja ignoraba que un iceberg acababa de impactar con la cubierta de su barco, el Titanic, estaban ilusionados y eran felices.
El histriónico youtuber anunciaba por las redes su amor, compraba rosas para San Valentín y se hacía selfies con corazones. El youtuber ignoraba que ella había dejado de quererle hacía tiempo, estaba enamorado y era feliz.
La marabunta salió a las calles a manifestarse. La marabunta ignoraba todo lo que sucedería después, estaba engañada y era feliz.

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