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domingo, 30 de marzo de 2008

CHIKILICUATRES

Los votantes lo han querido, al final en Eurovisión nos representará Rodolfo Chikilicuatre. El friki de las patillas no es más que el lógico producto de una época en lo que todo parece tomarse a chirigota y donde la sensatez brilla por su ausencia. El público ha vuelto a dejarse seducir por el histrionismo simplista y ha ignorado el trabajo y la calidad artística.El nuevo representante del país, promovido por Buenafuente, ese ínclito epígono del Sr. Sardá y titiritero de la Secta, es un argentino carente de vergüenza y formación artística.Presentar semejante esperpento es una burla al propio festival y renunciar al cualquier posibilidad de triunfo.
El público europeo verá la imagen real de esa nueva España carente de aspiraciones, pobre y simplista, que hemos ido gestando en estos últimos años. La España de la irracionalidad, del desahogo y la caspa, donde los conceptos ya no significan absolutamente nada y todo se desvirtúa y se simplifica hasta lo absurdo.Un mundo de fantasía donde las bromas y parodias se imponen a lo real y lo serio, donde todo lo que resulta ajeno se trata de ridiculizar y destruir sin pensar que el auténticamente envilecido y grotesco es el bufón que se presta a hacer semejante número y todos los que le apoyan.El fenómeno eurovisivo en nada nos ha ofendido. Ahí está y ahí seguirá y si no nos gusta lo mejor que podemos hacer es no participar.Se puede argüir, y es cierto, que Eurovisión no es algo importante para nuestras vidas y que la elegancia y la inteligencia debemos de guardarla para otros foros o reuniones internacionales.Lo lamentable es que Rodolfo no es el único Chikilicuatre que ha salido elegido estos días para representar la imagen exterior de España.
La ignorancia, la falta de dignidad, de sentido del ridículo, de disciplina y rigor impregnan todos los ámbitos políticos y sociales desde hace unos años.El desahogo, lo caricaturesco y lo chabacano son la imagen actual de España.Si el espíritu de superación encarnado por los chicos de Operación Triunfo se tachaba de comercial y negativo, creo que el sonrojante ridículo actual es francamente peor. No aporta nada ( estaría bien para canción de verano o para el chiringuito de un pueblo ) y no nos lleva a ningún lado. Debemos de reír por no llorar.

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