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martes, 28 de abril de 2020

PENSAR RAPIDO, PENSAR DESPACIO

En un momento tan convulso y con tantos cambios inminentes es más necesario que nunca entender que está pasando y acertar en las decisiones que tomemos por ello me pareció pertinente releer el libro del psicólogo y premio Nóbel de Economía Daniel Kahneman, Pensar Rápido, Pensar Despacio.
El autor nos explica que hay dos sistemas que moldean nuestro pensamiento.
El sistema 1 es el más emocional, intuitivo y rápido.
El sistema 2 es más lento y trata de controlar al rápido. Busca una argumentación más compleja y exige concentración. También más esfuerzo, por lo tanto a la hora de tomar decisiones muchas veces se ve superado por la impulsividad del sistema rápido.
Pongamos un ejemplo.
Una raqueta y una pelota cuestan 1,10 euros.
La raqueta cuesta un euro más que la pelota.
¿Cuánto cuesta la pelota?
Si nos dejásemos llevar por nuestro primer impulso –sistema 1- (según encuestas así lo hace la mayor parte de la gente) diríamos que la pelota cuesta 10 céntimos, pero la respuesta correcta es 5 céntimos.
El sistema 1 es el que está operativo la mayor parte del tiempo y nos hace caer en numerosos errores de interpretación, sobre todo cuando el sistema 2 está agotado o se vuelve demasiado perezoso.
El sistema 1 busca conexiones de causalidad allí donde no las hay, es una escopeta mental que siempre trata de emitir un juicio aun cuando no hay datos suficientes para hacerlo. No hay que saltar a las conclusiones sin tener la información necesaria ni tampoco en la ilusión de construir historias y entenderlas cuando carecemos de información suficiente.
También cae con facilidad en lo que se denomina efecto halo. Veamos un ejemplo respecto a la descripción de personas. Caso 1: Inteligente, diligente, testarudo, envidioso.
Caso 2: Envidioso, testarudo, diligente, inteligente.
Son los mismos adjetivos pero generalmente tendemos a ver con mejores ojos las personas del caso 1 que la del dos por que los primeros rasgos que hemos conocido sobre él nos ha condicionado.
Una primera pregunta también puede condicionar el resultado de la segunda. Así preguntar ¿Eres feliz? No es lo mismo que preguntar ¿Hace cuánto que no te suben el sueldo? ¿Eres feliz?
Otra variante parecida es el efecto ancla ¿Tenía Gandhi 104 años cuando murió? ¿Qué edad tenía cuando murió? Al haber dado una referencia inconscientemente la tendremos en cuenta para calcular su edad y supondremos que murió más viejo de lo que realmente lo hizo. Gandhi, por cierto, murió con 78 años.
Nuestras simpatías y antipatías suelen determinar nuestras versiones sobre el mundo y nuestro muestreo (el torbellino de imágenes que se nos vienen a la mente sin ningún filtro estadístico) suele ser muy pequeño con lo que los resultados serán generalmente equivocados por estar alejados de los patrones de la media.
Tampoco somos buenos valorando que un éxito desproporcionadamente grande y repentino en una actividad difícilmente se vuelve a repetir (en este caso suele influir el factor suerte) y al siguiente intento los resultados suelen ser menos brillantes. A esto se llama regresión a la media.
La falacia de la planificación, pensar que todo lo tenemos controlado y no ver nuestro plan desde fuera, así como fiarnos de las opiniones de los demasiado optimistas, los que primero y más hablan generalmente en las reuniones y a los que más nos gusta creer por su modo de sacar conclusiones, generalmente sin aportar datos suficientes, pero simplistas, efectistas y maniqueas, también nos lleva a cometer fatales errores.
El sistema 1 sobre estima los efectos improbables cuando se le presentan de forma numérica. Está muy conectado a las emociones y si visualiza algunos casos trágicos sobrevalora el peligro y tampoco es bueno haciendo estadísticas. Suele tener una gran aversión al riesgo (miedo a perder) con lo cual suele tomar malas decisiones a la hora de invertir.
Asimismo la cascada desproporcionada de algunas imágenes hace que sobredimensione el peligro de accidentes o ataques terroristas. La muerte por enfermedad es 18 veces más probable que por accidente, sin embargo, cuando se hacen estadísticas muchas personas piensan que están casi a la par. Por eso sobre exponernos a según qué imágenes condicionará muy mucho nuestro modo de pensar y hay quien lo sabe muy bien y no duda en utilizarlo.
El miedo (potente emoción) también está detrás de decisiones que no se ajustan una realidad porcentual. La vida es un continuo riesgo y hay que lidiar con él del modo más lógico y eficaz posible.
Veamos menos la televisión, la estudiada cascada que imágenes con las que pretenden condicionar nuestro pensamiento y leamos y pensemos más desde la concentración y la racionalidad. Esa es mi recomendación para este día.

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