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domingo, 13 de julio de 2008

MAÑANA SERÁ UN NUEVO DÍA

Como cada noche la melancolía se apoderó de nuevo de su alma atormentada. La delicada flor que iluminaba e inspiraba cada mañana, que germinaba bella y luminosa en el jardín de su vecino, se marchitó sin remedio en la penumbra de su oscuro jardín.
Sentía que sus manos habían sido demasiado torpes par ofrecerle los cuidados precisos a la codiciada planta y las pesadillas y los remordimientos le impedían conciliar el sueño. Cayó en la cuenta de que su error había sido su posesivo egoísmo y que el verdadero goce de la belleza está en poder compartirlo con los demás.
Como cada noche trató en vano de buscar alivio pensando en frondosos jardines plagados de exóticas flores más allá de su pequeño jardín. Mentalmente pensó en su pasado y en lejanos vergeles plagados de orquídeas en el extremo opuesto del mundo. Ahora sabía por fin que las flores más bellas son las más frágiles y especiales y sólo pueden explotar todo su potencial en su propio hábitat. Allí es donde germinan ejemplares únicos y especiales que son capaces de cautivar y atrapar con el resplandor de su belleza y la intensidad de su aroma, un perfume embriagador que penetra hasta el último poro de tu cuerpo.
A la mañana siguiente ya no fue a trabajar como cada día. Cogió un vuelo hacia un lejano puerto escondido en una remota isla. Tal vez se trataba sólo de una fantasía o una quimera pero una voz interior le decía que sólo allí podría encontrar a aquella flor que el destino tenía guardada para él.

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