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jueves, 31 de julio de 2008

GLOBALIZADOS

Los jueves acostumbro a tomar un kebap en el turco que hay cerca de la playa. El camarero de Bangla Desh ya sabe las salsas que más me gustan y está casi tan rico como los que solía tomar en Inglaterra, donde este tipo de negocios tiene una larga tradición. Sin embargo ese día me apetecía tomar una cerveza y el dueño, estrictamente musulmán, no sirve alcohol en su local.
Decidí, pues, ir al chino que hay en la esquina. Allí entre escuálidas bellezas de ojos rasgados, probando esencias, aromas y sonidos de esa cultura milenaria desde siempre encerrada en si misma, caí en la cuenta de la gran transformación que se ha producido en nuestra sociedad en apenas una década.
Lo que a Marco Polo le costó, sufrimiento, incertidumbre, años de viaje, peligros infinitos y la incredulidad de sus coetáneos que lo acabaron tomando por loco y encerrando en una celda, hoy se puede disfrutar a cinco minutos de nuestras casas.Aún haciéndome estas reflexiones, ya en la calle, a la salida del restaurante, un fornido y sonriente africano de los que no hace tantos años causaría estupor, o al menos sorpresa, en alguna no tan apartada aldea, me ofrece con toda naturalidad las últimas novedades en DVD, todas americanas, por supuesto.
No estoy interesado y enseña la mercancía a otro transeúnte, en este caso un otoñal galán de chaleco amarillo y roída gabardina que tampoco le presta ninguna atención ya que su mirada está fija en dos desaliñadas rumanas. El buen señor parece más proclive a dejarse seducir por los soeces guiños de las dos muchachas, presumiblemente de la etnia gitana, ansiosas de dar un buen escarmiento a la, tal vez, no tan inocente vanidad del anciano.
Llego a casa todavía sonriendo y, tal y como hago todas las noches, me conecto a Internet. Entre mis contactos encuentro gente muy diversa que he conocido a lo largo de todos estos años, los hay de Grecia, Alemania, Lituania, Perú o China. La telaraña de la red consigue que las amistades no se elijan en función de criterios étnicos o geográficos. La gente se agrupa por afinidades simpatías o formas de entender el mundo.Definitivamente nuestro planeta se ha aplanado y democratizado, los lujos antes al alcance de unos pocos privilegiados hoy son accesibles para todos.
Esto nos proporciona grandes ventajas pero, a la vez, nuevas responsabilidades y retos que afrontar.El obrero chino compite con el alemán. El informático americano colabora con el hindú. Al arquitecto coreano le surge competencia en España.Las intangibles barreras que Occidente había creado para proteger su way of life caen con más estrépito que el muro de Berlín.
El proceso ya ha comenzado y lo más inteligente es sacar el máximo provecho de este nuevo entorno. No seamos tan vanidosos como mi maduro vecino y actuemos con prudencia y respeto. Las nuevas culturas tienen mucho que aportar, aprendamos humildemente todo lo bueno que nos ofrecen y descartemos solo aquello que realmente sea dañino deshonesto o cruel.Es hora de dejar de hacer lo rutinario y aburrido, vamos a tener el placer de enfrentarnos con fantásticos, desconocidos y excitantes retos. Nuevos amigos, oportunidades y horizontes nos esperan allende los mares.

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