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lunes, 5 de noviembre de 2012

SINTRA, CAPITAL DEL ROMANTICISMO

La pintoresca ciudad de Sintra se encuentra a menos de 30 kilómetros de Lisboa, su exhuberante vegetación y sus brillantes flores salpican los edificios realzando su belleza. De entre todos ellos destaca el gran palacio nacional, su gran símbolo, inconfundible con sus altas cúpulas cónicas, tal y como se divisa al fondo de la fotografía. Este es el punto ideal para iniciar una visita a pie de la ciudad.
El palacio fue residencia real ya en el siglo XV, su origen fue musulman pero actualmente fusiona los estilos gótico y morisco y está rematado con dos cúpulas renacentistas. Así, la visita transcurre a lo largo de tres edificios adentrándonos en un mundo de diferentes épocas, desde la múdejar hasta la manuelina en una constante sucesión de patios, fuentes, estancias, y especialmente, azulejos, los más antiguos del país.
Sintra es una ciudad muy bien dotada de servicios y restaurantes, ofreciendo una magnífica muestra, tanto de la cocina local como de la internacional. Algunas de las especialidades de la región, son el cabrito o el cochinillo pero estando en Portugal nadie puede resistirse a un plato de bacalao, un buen vino verde y una copita de ginjinha, donde el mejor recipiente posible, según nos explicaron, es un vasito hecho de chocolate.
Ocultas entre las empinadas calles empedras se encuentran las pequeñas tiendecitas con comerciantes pacientes y amabilísimos proclives a la conversación y al regateo que pese a lo turístico del lugar no dudan en ofrecerte, seducirte y al fin venderte lo mejor de la artesanía y la gastronomía portuguesa. Cerámicas pintadas a mano, figuras de cobre o bronce, queijadas de Sintra o mermeladas.
Entre ese dédalo de callejuelas es posible encontrar, casas desconchadas, azulejos y multitud de rincones llenos de encanto, donde sorprenderse relajarse y disfrutar. La ciudad hay que descubrirla sin buscar un destino concreto y sin prisas, encontraremos así la auténtica armonía con un entorno que logra como ningún otro lugar una perfecta comunión entre la arquitectura y la naturaleza.
La conocida como ciudad del romanticismo o ciudad hecha jardín, ha atraido desde el siglo XIX a nobles, artistas y poetas de toda europa que han fijado en ella su residencia, al menos temporalmente. Más aún a partir de 1887 cuando se inaguró el ferrrocarril con Lisboa y se convirtió en villa de veraneo de la clase alta. Los numerosos palacetes, históricas mansiones, extravagantes villas en las frondosas colinas con vitas al atlántico que pueblan la ciudad, muchos erigidos en esa época romántica, dan testimonio de este periodo de esplendor.

Sobre una colina, a 500 metros de altura, y a unos 4 km de Sintra se eleva como una visión de ensueño el Palacio da Pena que data del siglo XIX, aunque aprovecha restos de un antiguo convento. El conjunto es una mezcla extraña de extravagantes estilos arquitectónicos incluyendo minaretes árabes y almenas góticas. Constituye el más notable ejemplo de arquitectura de estilo romántico en Portugal.

El complejo está rodeado de un exuberante parque de más de 200 hectáreas donde se mezclan cientos de especies locales y exóticas, en la antiguedad era utilizado como coto privado de caza por reyes portugueses y actualmente es un parque natural. El último tramo de acceso al castillo está restringido exclusivamente a autobuses especiales que se pueden tomar desde la base del parque.
El palacio fue la realización del sueño de Fernando de Sajonia, príncipe alemán que contrajo enlace con la reina María II, convirtiéndose en rey consorte de Portugal. Conocido como el rey artista, era un gran amante de las artes y la naturaleza. Su estilo execesivo y ecléptico se muestra en inumerables detalles del palacio. Una muestra es el sorprende Arco del Tritón, una extraña criatura medio hombre medio pez que a la vez es una alegoría de la creación del mundo.






2 comentarios:

poaola dijo...

increible como quedo este relato, me laegro que lo hayas elegido POrtugal tiene un encanto unico para mi y Sintra me cautivo, ,,,

Jesus dijo...

Gracias Paola, Sintra tiene algo único y especial, igual que mi compañera de viaje en este lugar.