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martes, 30 de septiembre de 2008

LA PEQUEÑA TIENDA DE LOS HORRORES

El mundo actual es una delicada figura de porcelana, frágil filigrana china, navegando sin rumbo en medio de un mar bravío.
Las luces de neón de los casinos de las Vegas sustituyen a la iluminación trascendente, la ocurrencia disparatada a la idea elaborada, la bisutería a la joya y el demagogo al pensador, en una suerte de sucedáneo de existencia donde ya nada es genuino u original.
Nuestro entorno se ha convertido en una pequeña tienda de los horrores, atraídos todos por el morbo de lo grotesco, donde reposa Audrie II una planta carnívora que crece y crece desordenadamente en el sótano, que bebe con avidez cantidades ingentes de sangre, a la que hay que alimentar constantemente y que amenaza con devorarnos a nosotros mismos en cada instante.
Un entramado social siempre apresurado y en peligro en el que habita un individuo fácilmente impresionable y manipulable que ya no encuentra sosiego ni satisfacción por nada, inmerso en una continua huida hacia delante en un planeta frágil, carente de sólidos cimientos y que se descompone sin remedio.
Igual que las Torres gemelas de Nueva York, nuestra pequeña torre de cristal se desploma, se cae como un castillo de naipes ante el simple aleteo de una mariposa en Wall Street o el desagradable chillido de un fundamentalista incendiario en Teherán.
Internet, Imagenio, mensajes de móvil, DVDs, GPS, mandos a distancia, tecnologías que nos desbordan, máquinas que ya no entendemos ni dominamos parecen acudir en nuestra ayuda pero somos más vulnerables que nunca, no sabríamos sobrevivir ni 24 horas en un entorno natural, hemos olvidado de donde venimos y no sabemos a dónde vamos. Serían necesarias grandes dosis de ingenio y valor para frenar a este potro desbocado.
Desgraciadamente es más fácil consumir que pensar, ignorar la realidad que afrontar los problemas, la sonrisa bobalicona que los retos apasionantes, callar que hablar claro.El precio del petróleo pude subir o bajar, las acciones se compran y se venden, unos ríen y otros lloran pero hay crisis cuando las ideas y los valores se resquebrajan o cuando las personas decentes, valientes y preparadas son ignoradas, ridiculizadas y vilipendiadas.

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